Brócoli, un superalimento

El brócoli tiene propiedades muy beneficiosas y al desconocer la forma en que se debe cocinar, la mayoría de sus atribuciones se pierden.

Una ración de 200 g de brécol cubre con creces las necesidades diarias de vitamina C de un adulto, ya que aporta casi el cuádruple de la que se necesita. También satisface enteramente los requerimientos diarios de ácido fólico y dos terceras partes de los de vitamina A.

Sin apenas calorías, es una fuente notable de calcio, potasio, fósforo, hierro, vitaminas B1, B2 y B6 y también aporta dosis sustanciosas de yodo, cinc, cobre y manganeso.

Pero además de nutrientes esenciales contiene compuestos azufrados como el sulforafano, que evita que las células precancerosas se malignicen, induce la muerte de células enfermas e impide la aparición de vasos por los que se alimenta y se desarrolla el tumor.

Sin embargo, todo lo anterior desaparece al cocinarlo de cierta forma.

Al cocinarlo al va´por, el brocolí pierde una gran parte de el azufre, ya que las altas temperaturas se deshacen de ellos.

Al dejarlo por más de 10 minutos en agua caliente lo único que quedará será fibra.

Por esto, la mejor manera de cocinar el brócoli es salteado, ya que tiene niveles más altos de sulforafano. Y no sólo es rico en sulforafano, sino también es una verdura excelente en cuanto a cantidades de agua.