Pedro Sánchez obtuvo una clara victoria en las elecciones españolas que tiñó del color rojo del Partido Socialista un mapa hasta ahora dominado por el azul conservador y logró imponerse en regiones donde no ganaba el PSOE desde hacía décadas.
Con casi el doble de escaños (123 frente a 66), Sánchez ganó las primeras elecciones para los socialistas en España en once años e infligió a los conservadores del Partido Popular (PP) una derrota sin paliativos.
El PP de Pablo Casado solo ganó en la ciudad autónoma de Melilla, en el norte de África, se quedó sin representación en el País Vasco, obtuvo apenas un escaño en Cataluña y perdió su hegemonía en comunidades autónomas españolas donde había ganado todas y cada una de las elecciones desde 1977.
Escrutado alrededor del 50 por ciento de los votos, el PSOE obtuvo el 25,5 por ciento y los conservadores quedarían relegados a segunda fuerza política, con menos del 20 por ciento de los sufragios.