Me parece que estoy vivo
Desde la puesta de sol, creo que estoy vivo.
Me duelen huesos, coyunturas, ausencias,
besos, humedad siluetas pendientes
de una soga tejida con retazos de memoria.
Me duele tu cuerpo evanescente trasminando
las falanges sin punto de llegada.
Y digo que estoy vivo porque escucho
el batir de las auroras, el siseo de la lluvia,
el traqueteo de trenes escampando
en las costillas, penumbras del andén
que recorrías en cada letra de los sábados.
Porque siento cantar caracolas en el bies
de luna acorralada por aullidos de piedra,
en los arpegios de viento que anidan
resquicios de tu sombra me parece
que estoy vivo.
Despedidas
Recorro el andén, a mi izquierda:
una sombra rehúye la luz cintilante de las lámparas.
(Tu blusa me mira pendiendo del buró).
Los trenes parten con alas de murciélago,
su silbo esparce adioses por el aire.
(Tu negra desnudez perfila silencios en la aurora)
Resuenan los pasos en el amplio pasillo de la noche,
las maletas llevan aroma secreto de las bocas
vertidas en la piel y la nostalgia.
Ah, de los labios que murmuran su amor
en la profunda herida del camino.
(Mis manos ascienden tus escarpados pechos)
De nuevo los pasos inundan de prisa el laberinto,
abordan el viaje guardando un te quiero en la fatiga.
(Un rayo de luna irrumpe en tus pezones).