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Niña buena, niña mala.... Una decisión inconsciente...

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VANESSA BARDAN

Marilyn Monroe, su sensual imagen se congeló para la eternidad. La rubia debilidad, la mujer más deseada del mundo, y todo un símbolo sexual. Con 1,66 de altura y unos 64 kilos de peso, ojos marrón, cabello rubio platinado, labios rojos, su imagen la guardamos todos en la memoria colectiva. Sus primeros años de vida transcurrieron entre orfanatos, la casa de sus abuelos y algunos vecinos y fue hasta que cumplió 20 años que su vida dio un giro de 180 grados. En 1946 un fotógrafo de modas la descubrió y convenció de que se hiciera modelo, así inició su carrera. En realidad, Marilyn Monroe nunca se fue del todo, era un alma que vibraba, temblorosa y sensible, bajo una belleza descomunal. Decía la actriz que sus amantes se acostaban con Marilyn Monroe y se despertaban con Norma Jean Baker. En el fondo, era una persona frágil e inestable que no pudo huir de su trágico final a los 36 años. "Soy egoísta, impaciente y un poco insegura. Cometo errores, pierdo el control y a veces soy difícil de lidiar. Pero si no puedes lidiar conmigo en mi peor momento, definitivamente no me mereces en el mejor". Marilyn puso en tensión en su vida los dos arquetipos que imperaban para las mujeres de los años '50: el ama de casa ejemplar (tuvo intentos de serlo en su primer matrimonio) y la mujer seductora y exitosa. Resignó la primera para volverse la segunda "Una carrera es una cosa maravillosa, pero no sirve para acurrucarse contra ella en una noche fría". "Era consciente de que pertenecía al púbico, pero no por mi físico o por mi belleza, sino porque nunca antes había pertenecido a nadie".

¿Qué pasa con la mujer? Desde que somos niñas nos vemos obligadas a elegir, entre ser "buena" o "mala", llegamos a la adolescencia y buscamos definir qué tipo de mujer queremos ser o queremos llegar a consolidar dentro de nosotras mismas. Si elegimos ser una "mujer buena" vamos a optar por ser sensatas, con pocas parejas, hijos, casa ordenada y limpia, muy profesional, armónicas, elegantes, sutiles, ingenuas. Esta imagen viene acompañada de su contraparte, que implica no ser tan buena en técnicas seductoras. Quizá esta mujer si sea hábil en la forma de conversar, interesante, puede tener sentido del humor, pero no va a ser muy coqueta y explícita en su manera de seducir. No se manifestará mucho en su conducta sexual. Si esta mujer está sola, estará esperando que llegue románticamente quien la pueda seducir. Es la mujer que compensa de más, porque quiere mantener la relación a cualquier costo. Toda mujer ha hecho esto en algún momento. Por otro lado, está la "mujer mala" que es una persona irresponsable, con muchas parejas, muy liviana en su conducta sexual. Generalmente va a tener pocos hijos, muchos lazos afectivos, pero escasamente profundos, muy arrojada en su forma de seducir, si está sola va a estar en constante conquista. La "chica mala" sigue siendo la misma persona durante una relación con un hombre. No pierde a sus amistades. No deja su carrera ni sus pasatiempos. No se olvida de tener tiempo para sí misma ni cede en todo. Y, al contrario que la chica buena, no tolera demasiado las faltas de respeto. Lo interesante es que en algún momento de nuestra vida llega frente a nosotras la mujer que dejamos a un lado. Si yo decidí ser la "buena" algún día algo me sucederá que tendré que ir a buscar a esa mujer que creí eliminar. Esta mujer audaz y preocupada de sí misma, de la lencería y de la seducción y reintegrar dentro de mí a estas dos mujeres. Por otro lado, la "mala" tiene la obligación de estabilizarse, de reencontrarse con los valores profundos, de buscar una sexualidad unida a afectos, a la espiritualidad, a la trascendencia. ¿Cómo influyen los hombres en este proceso? Quizá reforzando o estimulando. Se quieren casar con unas y divertirse con otras, los hombres nos dividen nuevamente. Cuando las mujeres empiezan a buscar esa parte de ellas que dejaron abandonada, sea cual fuera la elección hecha previamente, los hombres pierden seguridad y entran en pánico.

Una mujer que tiene integrada a estas dos mujeres va a inclinarse por un hombre más evolucionado en términos internos. La mujer que esta polarizada, en cambio, evidentemente va a encontrar a un hombre que la divide y, en consecuencia, esa relación corre más riesgo de caer en crisis. Es importante reflexionar donde están nuestras mayores barreras, nuestros mayores frenos para poder producir esa integración. Y tu ¿cómo estás? ¿Integrada? o ¿Polarizada?

Escrito en: CARIÑOTERAPIA mujer, Marilyn, vida, imagen

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