(Como diría la gran Chabela Vargas)
Llorar: Es una forma de desahogarse, es una expresión de nuestro cerebro, una protesta neuronal, que asocia el dolor y a veces la alegría, es un código de rendición.
El cerebro busca a través de las lágrimas disminuir la tensión y nos vuelve vulnerables. Llorar nos relaja, nos tranquiliza, nos permite sacar la parte física de las emociones, "comprobarle" al cuerpo que estás dejando salir algo que te lastima por dentro. Inhibir el llanto puede derivar en trastornos emocionales y físicos. ¿Han notado que los seres humanos somos bien chillones? Lloramos por TODOOO. Cuando estamos tristes, si reímos mucho, si tenemos sueño, si nos duele algo, si nos encanijamos, cuando picamos cebolla y hasta en el cine, (lo cual es un buen pretexto para desahogarnos, es de esas cosas que nadie dice que están mal, pero nadie quiere que nos vean haciéndolo) ¿Y quién dice que chillar no tiene su chiste? ¡Si es bien cansado! Está comprobado que llorar por un lapso de diez minutos es el equivalente físico de correr cinco o seis calles, ya que al hacerlo invertimos más del 30% de la capacidad que tiene el cerebro para consumir glucosa y oxígeno. Es por eso que cuando andamos todos chipiles, instintivamente vaciamos los frascos de Nutella y los botes de helado. El desgaste del llanto nos produce hambre y sueño, necesitamos recuperar la energía que perdimos. ¡Es cierto!
Las mujeres lloramos 4 veces más que los hombres, lloramos lo mismo hasta aproximadamente los 13 años, luego, las cifras ¡se disparan! Mujeres: 30-64 veces, el responsable: ¡los estrógenos! (lloramos hasta 6 minutos seguidos) y los Hombres: 6-17 veces (máximo 4 minutos)
En los primeros meses de vida sirve como señal de alarma, dolor o hambre. Pero luego el cerebro aprende a manipular el llanto, después de los 6 meses de vida, se convierte en una expresión emocional. Llorar no es un proceso fisiológico exclusivo de los seres humanos. Sin embargo, somos la única especie que asocia el llanto con la proyección de emociones. Así que suelta la lágrima a todo lo que da y deja de intentar poner parches temporales en heridas profundas, no llenes el hueco con evasión, comida, alcohol, trabajo, no lo evites, detente y siéntelo, llóralo con ganas, mejor ahora, a que llores a cuenta gotas el resto de tu vida.
El alcohol te permite llorar más, romper barreras, relajarte, pero después vienen los sentimientos de culpa, te hacen sentir que dependes de eso para sentirte bien. Huir de la realidad, es fácil, pero llega el momento en que te desestabiliza, y te desubica. Imagina que esa emoción que sientes es un bebé que llora y que no parece que vaya a calmarse por sí mismo... A partir de aquí, tienes dos maneras de gestionar el llanto del bebé (la emoción): puedes, en primer lugar, aceptarlo tratando de ver qué le está pasando para estar así, interactuando como un progenitor cariñoso poniendo tu atención en descubrir las causas del problema y en solucionarlas.
Y una segunda opción: el rechazo. Tirar la emoción, insultarla, colocarte en posición de queja y tratar por todos los medios de ignorar que está ahí.
Probablemente, tratándose de un bebé real, muy pocas personas optarían por la segunda alternativa. Sin embargo, con nuestras emociones, es algo que hacemos constantemente.
No te comas tus sentimientos, no tengas miedo a llorar, el llanto es sanador, date el permiso de expresar lo que estas sintiendo, si no tu cuerpo te lo va a cobrar, si no los expresas te los comes, tienes que evacuarlos, como cuando comes, o van a estallar.
Llorar hacia afuera te sana, llorar hacia adentro te amarga, te enoja, te enferma. Las lágrimas son señal de emotividad, son sanación, llora hasta que encuentres tu liberación ¡emociones expresadas son emociones superadas!
Permitir que salgan las lágrimas es lo más sanador del mundo.