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Primer aniversario

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JESÚS MENA VÁZQUEZ

El pasado 1 de julio se cumplió un año de la victoria de Andrés Manuel López Obrador y seguramente usted, estimado lector, se enteró del informe que presentó el Presidente de la República acerca de las actividades desarrolladas en estos meses, enumerando y dando datos duros sobre las acciones tomadas para combatir los vicios de nuestra vida pública, como la corrupción, que tomaron décadas en enraizarse y que ahora, según el discurso oficial, se desterrarán de nuestro entorno. Además, se hizo mención a la implementación de los programas sociales que ha implementado esta administración, que se han convertido en universales para ciertos grupos de población, como las becas para estudiantes de preparatoria y los apoyos para adultos mayores.

Por otro lado, y después del acto del Presidente, los actores políticos de oposición dibujaron un escenario en sentido opuesto, señalando los errores y omisiones del gobierno durante estos meses de gobierno, desde la cancelación del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México hasta la desorganización en la entrega de fertilizantes en Guerrero, pasando por el desabasto de medicamentos retrovirales y el cambio, mediante presiones, de integrantes en instituciones autónomas, sobre todo las especializadas en el sector energético, por otros afines a los intereses y la agenda del nuevo gobierno.

Así, llegamos al primer año del ejercicio del poder del ahora Presidente López Obrador, un poder que ha ejercido de facto durante los meses posteriores a su victoria, como la decisión de cancelar la inversión que ya llevaba el avance del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México, y a partir del primero de diciembre del año pasado, ya investido como Presidente Constitucional.

En esta entrega me gustaría solamente señalar una cuestión que me parece importante después de conocer "el estilo personal de gobernar" del Presidente López Obrador durante un año. Se trata de la falta de visión estratégica, de la negativa para implementar cambios de paradigma y para tomar decisiones en beneficio de los mexicanos, dando lugar a decisiones que pueden darle resultados políticos y electorales en el corto plazo, pero que no generarán bienestar en el largo plazo, ya que involucran, por ejemplo, el debilitamiento de instituciones. El ejemplo más obvio es la apuesta por los combustibles fósiles en un mundo en donde en pocas décadas éstos dejarán de mover al mundo para iniciar una transición hacia el uso más intensivo de energías limpias y renovables. Sin embargo, se pueden encontrar otros ejemplos en muchas áreas de la vida nacional: anteponer el derecho de las y los niños mexicanos a una educación de calidad a la negociación con la central de maestros que ve a la educación como un medio para obtener recursos financieros y poder político; el desmantelamiento de las instituciones autónomas del sector energético para que las políticas de este sector se manejen desde las secretarías de estado dependientes del ejecutivo; la indiferencia hacia las instituciones autónomas incomodas como la Comisión Nacional de Derechos Humanos, al negarse por primera vez a acatar una recomendación de este organismo constitucional autónomo.

Independientemente de la visión que usted, estimado lector, quiera tomar como válida, lo que creo es que llegamos a un primer aniversario de la victoria de López Obrador en condiciones de polarización social iguales o más profundas que hace un año y eso no es un buen síntoma de la salud de nuestra democracia.

Twitter: @jesusmenav

Escrito en: Vida pública Presidente, López, durante, nuevo

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