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Este hombre acude cada mes al cementerio de Ábrego. Lleva dos dalias, una roja, morada la otra, y las deja sobre una de las tumbas del panteón.

Sucede que hace muchos años el hombre se iba a casar con una joven del Potrero.

Un mal amigo le contó que la muchacha ya no era señorita: antes había tenido trato con otros. Aquello era mentira, pero el presunto desposado la creyó y canceló a boda.

La infeliz novia fue languideciendo de tristeza hasta que le llegó la muerte, como en las novelas de antes. Años después, en el curso de una borrachera, el falsario le confesó a su amigo que aquello que le había dicho de su prometida no era cierto. Él la quería también, e inventó esa calumnia para deshacer el matrimonio.

Desde entonces este hombre acude cada mes al cementerio de Ábrego.

Lleva dos dalias, una roja, morada la otra.

El rojo es el color del amor.

El morado es el color del arrepentimiento.

¡Hasta mañana!...

Escrito en: Mirador hombre, dalias,, color, morada

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