Cabellos del tiempo sacudidos por la prisa. Banderas de incertidumbre. Espero tras del cuerpo que alguien venga, el camino sobre la mejilla alumbra una espera. Pudieras ser Tú, en el amor creciente del recuerdo, el horizonte acerca romance en rama verde. También puede ser la otra, la que se llevó el anhelo: besos afilados en labios de cicuta.
La duda mece el corazón lo acerca a la boca, muerde sus latidos con nervios temblorosos. El día se va sin mirarme, dando veinticuatro voces, renqueando en los febreros. No estoy con la noche, medite hirviendo un suspiro, ella va conmigo, agazapada en duros pensamientos, vencido al peso de la espera busco sendero de retorno, luz de ilusión, pabilo sin vela. Al final, la muerte impávida, cabeza hueca, tiende sus dedos antropoides, besos de nada, para mi fracaso.
Estoy en la penumbra, donde los librepensamientos tiemblan, es más de media noche, el silencio hace volver la huella rápida con que retumban las arterias. El sueño vendó los ojos, ha cocido la lengua, las mantas entibian la respiración, pesan como lozas. La mente está en acecho de ruidos nuevos, comienza a discurrir en conversación interna etapas sepultadas con el tiempo.
Hay un momento que ignoro todo, si duermo o sueño, me baña la oscuridad. Solamente la saliva deja su cauce, para darme una como tos, la clave del insomnio.
Te veo al alcance de mi mano, como en el día del adiós, reloj con Alzheimer, dislocas momentos, tus labios carnosos por los que mis afanes se pasearon, comprendí que también sabían besar el alma, calor tan tuyo que no pude decir en un poema, fruta prohibida, amor incandescente y frío como la ausencia, los que en esos días purulentos dijeron hasta pronto y fue hasta nunca…
Tempestad de silencios donde mis oídos zumban como si la represa de la vida escapara por ellos arrastrando pasiones y recuerdos, frases que no te dije por cobardía o indecisión...ahora dando tumbos por el ruido de cráneo, salen límpidas, en tu búsqueda.
No sé si hay estrellas, los párpados de las ventanas están cerrados, dormidos… que les importa mi asombro. El mundo está en trabazón de ideas, hace que me pese la cabeza y se dibuje en el vado de la almohada.
Tiempo estático suspendido por mi atrevimiento, ni siquiera sería eternidad sin otro día… Siempre este momento anónimo de todos, y para mi un siglo de vivencias. No soporto el filo del recuerdo, tantos años lo vuelven pesadilla, protesta el corazón, emprende la huida, las manos sudan para lavar en un momento de misericordia las caricias pedidas.
Escribo en la mente una última voluntad, antes de que el sismo de mis respiraciones termine su fiesta, palabras a mitades, porque el puente colgante de la ilusión a la certeza cruje sus soportes… se lleva la vida.