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Ernesto Sabato, lecciones de sabiduría para el siglo XXI

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ÓSCAR JIMÉNEZ LUNA

No hace tanto entré ya muy noche a la librería de Sanborns. Había salido un momento de una reunión con amistades en el Club de Leones. La Plaza de Armas lucía sus magníficos alumbrados navideños, este año de azul y blanco -de acuerdo a los actuales tiempos políticos, es de suponerse- con algunas franjas doradas. No hacía mucho frío, por eso la gente aún se paseaba, mientras los visitantes se tomaban fotografías con la Catedral de fondo. Las calles apenas se movían con algunos automóviles.

Me interesaron cuatro libros: los cuentos de Pessoa, un espléndido volumen sobre los mayas, otro de Ernesto Sabato y el último de Umberto Eco, el polígrafo italiano fallecido algún tiempo antes. Me decidí por los dos citados al final, llevado principalmente por el precio.

El breve libro de Sabato se titula "La Resistencia" (Austral, 2004) -por cierto un nombre muy bien puesto, como ya se verá- y que viene a ser una continuación de "Antes del fin" (Seix Barral, 1998), aquellas entrañables páginas de sus memorias. Dedicamos hoy a dicho legado el presente artículo.

El escritor argentino apuesta nuevamente por un mundo con remedio; rodeado de desafíos, es verdad, pero en el que cabe todavía la esperanza en lo mejor de la humanidad. Se trata, pues, de un conmovedor llamado a la no rendición, a la resistencia frente a la gradual destrucción de los valores espirituales, en una realidad plagada de graves problemas: la falta de verdadera comunicación -la palabra que une, que nos acerca a los demás- en las grandes ciudades, la seducción por horas y horas infértiles de la televisión, la globalización que uniforma a los países, a la vez que difumina las particularidades culturales, el torrente informativo que no alcanza a ser conocimiento…

Me parece que la transcripción de fragmentos de esta valiosa obrita, da mejor cuenta del sentimiento que anima al autor por compartir la posibilidad de nuestra auténtica salvación. Recordar a Sabato en estos mensajes, quien nos dejó hace un lustro, es recuperar el fruto de su sabiduría más cristalina. Lo escuchamos:

"…nos alejamos del corazón de las cosas y una indiferencia metafísica de adueña de nosotros, mientras toman poder entidades sin sangre ni nombres propios. Trágicamente, el hombre está perdiendo el diálogo con los demás y el reconocimiento del mundo que lo rodea, siendo que es allí donde se dan el encuentro, la posibilidad del amor, los gestos supremos de la vida"

"Pero hay una manera de contribuir a la protección de la humanidad, y es no resignarse. No mirar con indiferencia cómo desaparece de nuestra mirada la infinita riqueza que forma el universo que nos rodea, con sus colores, sonidos y perfumes".

"No hay otra manera de alcanzar la eternidad que ahondando en el instante, ni otra forma de llegar a la universalidad que a través de la propia circunstancia: el hoy y aquí. Y entonces ¿cómo? Hay que re-valorar el pequeño lugar y el poco tiempo que vivimos".

"La presencia del hombre se expresa en el arreglo de una mesa, en unos discos apilados, en un libro, en un juguete. El contacto con cualquier obra humana evoca en nosotros la vida del otro. La expresividad del hombre deja huella a su paso que nos inclinan a reconocerlo y encontrarlo. Si vivimos como autómatas seremos ciegos a las huellas que los hombres nos van dejando, como las piedritas que tiraban Hansel y Gretel en la esperanza de ser encontrados".

"Es de noche de verano, la luna ilumina de cuando en cuando. Avanzo hacia mi casa entre las magnolias y las palmeras, entre los jazmines y las inmensas araucarias, y me detengo a observar la trama que las enredaderas han labrado sobre el frente de esta casa que ya es una ruina querida, con persianas podridas o desquiciadas; y, sin embargo, o precisamente por su vejez parecida a la mía, comprendo que no la cambiaría por ninguna mansión del mundo".

"Ni el amor, ni los encuentros verdaderos, ni siquiera los profundos desencuentros, son obra de las casualidades, sino que nos están misteriosamente reservados. ¡Cuántas veces en la vida me ha sorprendido cómo, entre las multitudes de personas que existen en el mundo, nos cruzamos con aquellas que, de alguna manera, poseían las tablas de nuestro destino, como si hubiéramos pertenecido a una misma organización secreta, o a los capítulos de un mismo libro! Nunca supe si se los reconoce porque ya se los buscaba, o se los busca porque ya bordeaban aledaños de nuestro destino".

"Milagros son ellos, milagro es que los hombres no renuncien a sus valores cuando el sueldo no les alcanza para dar de comer a su familia, milagro es que el amor permanezca y que todavía corran los ríos cuando hemos talado los árboles de la tierra".

Escrito en: LETRAS DURANGUEÑAS hombre, Sabato, milagro, Ernesto

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