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Sociedades alienadas

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GERARDO JIMÉNEZ GONZÁLEZ

Dice el filósofo checo Karel Kosik que las personas vivimos en el mundo de la pseudoconcreción, el mundo de la realidad aparente, que nuestra vida se encuentra cosificada, o como también lo expresó otro filosofo húngaro, Georg Lukás, en un mundo alienado donde gran parte de la realidad nos es ajena. Ambos tienen razón porque nos es imposible conocer las causas que provocan los fenómenos a priori, en primera instancia, para hacerlo tenemos que estudiarlas.

Esto sucede con los llamados problemas ambientales, los cuales, por su novedad (son nuevos porque apenas nos estamos dando cuenta de su importancia) y complejidad (conocerlos implica saber cómo funciona la naturaleza y la conflictiva relación que el hombre ha establecido con ella) se nos dificulta, como ciudadanos comunes, entender que ocurre en nuestro entorno al cual hemos llamado ambiente.

Hoy en día por todos lados se habla de Cambio Climático, pero pocos se han preocupado por saber que significa este término, que lo origina y que implicaciones tiene actualmente y tendrá en el futuro, no muy lejano, en nuestras vidas. Recientemente se dice que al planeta le quedan pocos años para seguir funcionando en forma normal, es decir, bajo los equilibrios que le rigen, porque si continúa calentándose este gran desequilibrio global de la naturaleza que ocurre con el clima traerá consigo otros grandes y pequeños desequilibrios en los sistemas naturales y económicos, en la propia vida de la población.

Desconocer el significado de este fenómeno es, hasta cierto punto, entendible más no justificable entre una gran parte de los miles de millones de personas que habitamos el planeta, sobre todo en aquellos que no accedieron a algún sistema educativo formal y viven, o sobreviven, sin empleo o con trabajos e ingresos precarios, cuando su preocupación es que va comer ese día o los inmediatos siguientes; pero también parece abarcar a otros cientos de millones de personas que si accedieron a esa educación formal pero que se desempeñan en la sociedad como alfabetos funcionales, quienes satisfacen sus necesidades básicas, incluso lucrativas, sin preocuparse más allá de los que sucede en su entorno inmediato.

Esta alienación de las personas es común en las sociedades modernas y, quizás, solo quizás, la revolución tecnológica en los medios de comunicación ha aumentado el flujo de información más no la reflexión sobre su significado. Son tantos y tan complejos los fenómenos que nos rodean que nuestra percepción solo permite inducir o deducir, con la base de conocimientos adquiridos por experiencia o estudio, algunas causas que los provocan, sus causas reales, aquellas que tienen una explicación dura que les provoca. Querámoslo o no, nuestro conocimiento de esos fenómenos es en gran parte parcial, predominantemente basada en creencias y no en evidencias duras.

Claro que lo anterior es explicable en las personas comunes, pero no lo es, y mucho menos justificable, en los líderes políticos que toman decisiones por nosotros. Las opiniones de Donald Trump o Jair Bolsonaro sobre el estado del clima o la situación de la Amazonia, muestran además de ignorancia, también maldad, esa maldad que ha caracterizado a otros líderes pasados como Hitler que invocaba una supremacía racial, hoy en día ideas estúpidas que los ubicaron en la historia humana como caricaturas de nuestra especie, y así se verán estos líderes actuales en el futuro, si no es que lo colapsan y con ello nos llevan entre sus piernas al resto de los humanos.

La alienación no solo ocurre ante los grandes fenómenos que forman parte de nuestro entorno o ambiente, también se presenta en aquellos eventos locales circunscritos a la vida diaria. Vale la pena comentar uno de ellos que ha provocado polémica en esta región: el tema del agua. Como le dijo acertadamente Víctor Toledo (actual titular de la Semanat) a un colega lagunero cuando nos visitó invitado a dar una conferencia en Biodiversa, que La Laguna es una sociedad hidráulica, por lo que el tema del agua es inevitable esté en la conversación de gran parte de quienes aquí vivimos.

Es increíble que los laguneros tengamos una disponibilidad media anual de agua de 2,000 a 2,500 hm3 de agua, volumen envidiable para las otras regiones económicas ubicadas en el desierto Chihuahuense, y no podemos satisfacer la demanda de agua para la población, esta tiene que consumirla contaminada o insuficiente. ¿Qué sucede? ¿De dónde proviene esta incapacidad para resolver este problema y porque los ciudadanos laguneros no hemos hecho algo serio al respecto? ¿Por qué nuestros principales líderes políticos no intervienen a favor de sus gobernados, cuando menos de mediadores para resolverla? Tal parece que somos una sociedad hidráulica pero alienada, no queremos ver la realidad que tenemos enfrente, estamos buscando soluciones que evaden este problema, es el caso de la potabilizadora.

Escrito en: a la ciudadanía gran, personas, fenómenos, líderes

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