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198 años de mexicanidad

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Y llegó el menor de los hermanos a unirse a la federación. Y aportó el caudal de sus dos grandes ríos: el Grijalva y el Usumacinta y llegó con su selva y toda su biodiversidad y con una formación rocosa que delata las edades de la tierra. Llegó con todos los colores del agua; permitió la continuidad de la Sierra Madre y el engrandecimiento de la Patria mexicana. Aportó la herencia de los mayas: Palenque, Bonampak, Toniná y Yaxchilán. Ofreció a los sentidos su gastronomía, el color de sus textiles, el aroma de su café y el sabor de su cacao.

Chiapas se anexó a México un día como hoy hace 198 años, después de un ejercicio plebiscitario pacífico para optar por seguir siendo independientes; por volver a Guatemala o por anexarse a México. Joaquín Miguel Gutiérrez encabezó esa práctica democrática y hoy le da su apellido a la capital del Estado.

Se había declarado la libertad de la América Septentrional en 1813 con el Acta Solemne en el Congreso de Anáhuac. Un mes antes de la consumación de la Independencia de México, Fray Matías de Córdova había proclamado, en Comitán, al lado de Josefina García, la Independencia de Chiapas. Fray Matías -nacido en Tapachula- había sido representante ante las Cortes de Cádiz y tenía muy claro cómo estaba disminuida la fuerza de la corona española. Chiapas optó por la mexicanidad y decidió caminar junto con los otros estados federados bajo el cobijo de la Constitución de 1824 que sería promulgada el 4 de octubre siguiente. Así se completó, con 73 mil kilómetros más, el mapa de un país grande que décadas después perdería territorio en el Norte.

La frontera sur quedó trazada con el límite del Usumacinta y del Suchiate y con varias cadenas montañosas. Los límites precisos no quedaron definidos sino hasta 1882. Así como en la frontera norte hubo comunidades originarias que hicieron caso omiso de las decisiones políticas y de los nuevos límites, en la frontera sur continuaron viviendo entre Chiapas y Guatemala comunidades mayas como las de los chujes. Es sabido que en Chiapas, gracias a Fray Bartolomé de las Casas, el mundo indígena fue reconocido y atendido de manera distinta a como lo ordenaba La Encomienda. A partir de él, nació una nueva conciencia de lo indígena desde el otro.

La Revolución Mexicana llegó tarde a Chiapas; pero, al final, sí hubo reparto de tierras durante el cardenismo y, más adelante, fue la cuna del neozapatismo que logró colocar las demandas indígenas en la agenda nacional.

Chiapas ha seguido aportando a México los beneficios de sus recursos naturales; particularmente de sus ríos. En Chiapas se genera hoy el 44% de la electricidad del país. Hay, además, un inmenso patrimonio intangible: el sonido de su marimba; las voces de sus poetas y las letras de canciones que se entonan en el mundo entero. Chiapas, sin embargo, sigue marcado por las desigualdades, con infinidad de pendientes por resolver.

Hoy en día, además, la frontera con Guatemala es el punto más álgido de la migración centroamericana. Cerca del Tacaná, volcán que hace 198 se volvió mexicano, se viven historias humanas desgarradoras. Chiapas mantiene fuertes vínculos con Centroamérica por razones naturales y culturales. Así lo muestra el mundo maya y la continuidad biológica de La Lacandona y el Petén.

Las fronteras son, finalmente, límites políticos sobre un espacio geográfico determinado. Así se delimita el ámbito donde se ejerce la soberanía. Si las fronteras imponen límites, la solidaridad humana no puede tenerlos. Hoy Centroamérica nos pide empatía. Lo humano trasciende las fronteras. La dignidad de las personas migrantes también. Ojalá que en la conmemoración de hoy, en los discursos y en la fiesta no se olvide su presencia.

Twitter: @leticia_bonifaz

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