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'33' de Antonio Ruiz

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SAC

Si el arte es también "lo que enseña a ver", ¿qué enseña Antonio Ruiz?

'Siempre hay un mapa en el espejo', escribe Jacques Aumont recordando a Gombrich y su teoría sobre el doble aspecto de la analogía icónica: por una parte, abstracción y codificación, y por otra, la ilusión de realidad, que pasa por diversos esquemas mentales para convertirse en esquemas artísticos. Lo que nos dice esta tesis, parafraseando al teórico francés, es que siempre, en toda imagen, existe un deseo de creación que se moldeará para ayudarnos a comprender.

Pero así como siempre hay un mapa en el espejo, no hay ojos inocentes. Mucho menos los ojos del creador.

El vocabulario de Ruiz, siempre autónomo, anima bajo sus manos su propia visión cósmica y espiritual del mundo, construye ciclos que nunca se cierran: renacen constantemente, y descifra la alteridad de los animales que forma también parte de nosotros.

33 grabados tocados por luz vibrante.

'Zumbayllu', el sexto capítulo de 'Los ríos profundos', una novela de José María Arguedas, comienza con una larga descripción que establece que las onomatopeyas yllu (música que producen objetos pequeños) e illa (luz no solar), comparten una misteriosa unión que va más allá de su semejanza fonética. Para el peruano, esta acentuación del carácter onomatopéyico del quechua es la explicación a la unidad que 'forman el ser, el universo y el lenguaje'.

'Illa nombra a cierta especie de luz y a los monstruos que nacieron heridos por los rayos de la luna. Illa es [...] un peñasco gigante, todo negro y lúcido, una mazorca cuyas hileras de maíz se entrecruzan o forman remolinos; son illas los toros míticos que habitan el fondo de los lagos solitarios', escribe Arguedas.

De pronto, la revelación.

Encuentro las cualidades del illa en los grabados de Ruiz. Una relación que ahora me parece inevitable -Arguedas admiraba a Juan Rulfo, una de las mayores influencias del grabador duranguense-. Si 'tocar un illa y morir o alcanzar la resurrección es posible', en Ruiz ocurre la resurrección. Está escondida en 'El ritual', 'Nacimiento del sol' y 'Sol de hierro'. Cuando se apaguen las luces de este museo, se asomará por las esquinas, susurrando en huichol. La luz no solar toca a todos sus grabados: se manifiesta como puentes y laberintos, inyecta la cosmovisión de Ruiz. Sus animales nacen con la luna o el relámpago.

Tal vez sea la luz inherente al papel amate. Tal vez sea la vibración propia de los grabados, el temblor de los escarabajos, de los alacranes, de los venados. Tal vez sea que se infectan de la relación de su creador con 'su sangre y la materia fulgurante'.

*Texto de presentación de '33', muestra que estará en el Museo Francisco Villa durante todo octubre.

Twitter: @SNGCalderon

Escrito en: ITINERANTE illa, Ruiz, grabados, Ruiz.

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