'Un acto de comunión' enmudece al Teatro Victoria
Una silla. Un actor. Una confesión. Tres elementos que enmudecieron al público a través de 'Un acto de comunión', monólogo protagonizado por el actor Antón Araiza y dirigido por Julio Cesar Luna.
Portando mezclilla, apareció 'Franky', un hombre que buscó alternativas para ahogar la soledad que le dejó el no tener un hermano y la muerte de su madre. Sentado, al centro del escenario, recordó escenas de cumpleaños, trucos que su abuelo le enseñó, momentos en que los sobrenombres que le llegaron a poner de niño le molestaban, para luego, a detalle, narrar la partida de mamá y el velorio.
Dos computadoras, la pornografía y extraños sitios web fueron su esperanza para conseguir compañía. Esperó y la encontró. Un hombre, que también guardaba un extraño deseo lo contactó y se convirtió en su oportunidad de sonreír, pero también en la persona que lo expondría ante la sociedad, la misma que se encargó de juzgar sus actos, de intentar encontrar una lógica a la ideología de 'Franky' y que de un momento a otro hizo cómplices a los presentes, haciéndolos reflexionar sobre las normas morales, sobre los deseos internos, sobre el bien y el mal.