Editoriales

De Política y Cosas Peores

De Política y Cosas Peores

ARMANDO CAMORRA

ARMANDO CAMORRA

La besó en el cuello. La besó en los hombros. Llenó con sabios ósculos la ebúrnea copa de sus senos. Besó también su vientre, anunciador del cercano paraíso. Luego se inclinó como vasallo ante su reina y le besó los albos pies. Fue luego con sus ardientes labios a las rodillas y a los muslos, y por último cubrió de besos el florido campo de su mons veneris. "¡Pendejo! -exclamó Babalucas al ver al galán de la película francesa hacer todo eso-. ¡El güey no sabe que los besos se dan en la boca!". Doña Jodoncia le dijo a don Martiriano: "El mes próximo vamos a cumplir 25 años de casados. ¿Qué haremos?". Propuso él con timidez: "¿Guardamos un minuto de silencio?". Ya conocemos a Jactancio P. Tulante: es un sujeto vanidoso y engreído. Hace unas noches estuvo con una linda chica en la habitación 210 del popular Motel Kamawa. Al terminar el trance le preguntó a la muchacha: "¿Disfruté yo tanto como disfrutaste tú?". Lord Feebledick llegó a su finca rural después de jugar en el club la partida semanal de whist, y encontró a su mujer en ilícito concúbito con Wellh Ung, el lacertoso jayán encargado de la cría de los faisanes. "¡Hideputa! -clamó contra el verraco usando una palabra que aprendió en su viaje a España-. ¡Y en horas de trabajo!". Opuso el mancebo: "Con el mayor respeto, milord, me permito recordarle que hoy es mi día libre". En los pasados tiempos había un Ministerio de Gracia y Justicia. Los malévolos críticos de la época decían que la gracia era para los amigos, y que la justicia se aplicaba sólo a quienes no lo eran. Aplaudimos -y con ambas manos para mayor efecto- la defenestración de funcionarios y líderes enriquecidos en sus cargos, pero notamos que otros que lo mismo hicieron, pero que son adictos a la 4T o que con ella han hecho pacto, campan tranquilamente y sin poner a remojar sus barbas cuando ven cortar las del vecino. Muy selectivo se muestra el régimen en esto, y a algunos a quienes debería llevar a la justicia les da gracia. Todos somos iguales ante la ley, pero parece ser que hay unos más iguales que otros. Aun así son de reconocerse los esfuerzos que está haciendo López Obrador para combatir ese mal endémico que tanto daño ha hecho a nuestro país: la corrupción. "Vi a tu esposa besándose en el jardín con un sujeto". Eso le dijo a don Chinguetas un amigo. Preguntó él: "¿Era un tipo alto, moreno, de bigote?". "En efecto, así es, sí, efectivamente, es cierto" -confirmó el amigo, que en todo era redundante menos, al decir de su esposa, en lo tocante al acto conyugal. "Es el jardinero -le informó don Chinguetas-. Ése agarra hasta puñaladas". El joven reportero le comunicó a su jefe: "Un terremoto destruyó la ciudad de Zskbrptljgqzctbmnlj". Le ordenó el hombre: "Averigua cómo se llamaba la ciudad antes del sismo". Nalgarina le preguntó a su amiga Pomponona: "La primera vez que tuviste sexo ¿lo hiciste por amor o por dinero?". "Debe haber sido por amor -ponderó ella-. El tipo me dio 50 pesos, y eso no es dinero". La señorita Peripalda, catequista, tenía un perico, según antiguo uso de las mujeres que a cierta edad aún no se habían casado, y que por eso eran llamadas "cotorronas". El tal loro era hablador, tenía un vasto catálogo de maldiciones, de modo que cuando el padre Arsilio llegaba a merendar a la caída de la tarde la señorita Peripalda cubría la jaula del perico con un lienzo oscuro para que creyera que era ya de noche, se durmiera y no dijera sus malas razones. Cierto día el señor cura, en vez de ir a merendar, llegó a desayunar. La catequista le tapó la jaula al perico. Y dijo éste con enojo: "¡Qué chinche día tan corto!". FIN.

Escrito en: De Política y Cosas Peores besó, besos, iguales, quienes

Noticias relacionadas

EL SIGLO RECIENTES

+ Más leídas de Editoriales

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas