No se hagan bolas; en Culiacán fue la ausencia del Estado por décadas
Los sucesos del jueves en Culiacán, Sinaloa, evidenciaron, en primer lugar, la ausencia del Estado en esta entidad durante décadas, tal como sucede en muchas otras, lo cual ha permitido a la delincuencia construir una base y un tejido social propio, pero no representa, como dicen los detractores de Andrés Manuel López Obrador, el fin del Estado de Derecho y el inicio de operaciones de un narcoestado, no obstante la humillación recibida ante la fuerza que exhibió el cártel de Sinaloa.
De hecho, aunque es verdad que el gobierno fue doblegado por la reacción de este grupo criminal, el asunto merece un análisis menos simplista. Para empezar, no es la primera vez que algo similar ocurre, ya que durante los últimos sexenios también se supo de eventos vergonzosos, pero ciertamente no deberían repetirse y este gobierno no puede escudarse en el pasado para justificar el fracaso de un operativo de tales dimensiones.
Con Enrique Peña Nieto se dejó salir del penal de máxima seguridad del Altiplano nada menos que a Joaquín Guzmán Loera, seguramente tras presiones de su organización criminal; antes, durante el sexenio de Vicente Fox, estuvo en el penal de Puente Grande, de donde se dijo que se había fugado dentro de un carrito de lavandería; o sea, dos fugas sin explicación creíble.
Tanto Fox como Peña enfrentaron, en su momento, una serie de acusaciones muy parecidas a las que hoy le toca recibir a López Obrador. De igual forma, está el antecedente del gobernador panista de Jalisco, Emilio González Márquez, cuando dio la orden para dejar en libertad al temido Nemesio Oseguera Cervantes "el Mencho", en el año 2012, así como el caso de Fausto Vallejo, gobernador priísta de Michoacán en 2014, a quien se le comprobaron nexos más que cercanos con los llamados Caballeros Templarios.
Más atrás, en 1993 con Carlos Salinas, el extitular de la PGR, Jorge Carpizo, se rehusó a detener a los hermanos Arellano Félix, a sabiendas de que estaban dentro de la misma Nunciatura Apostólica, cuando el Nuncio Girolamo Prigione sirvió de enlace entre esos capos y la presidencia para hacer saber al gobierno que ellos no habían asesinado al Cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo. Allí los tuvieron y los dejaron ir.
Culiacán no es, pues, el primer caso en que el Estado mexicano se doblega ante la criminalidad, aunque ni entonces ni ahora debió hacer sucedido.
En este operativo para capturar a Ovidio Guzmán López se trató de cumplimentar una orden de aprehensión con fines de extradición, lo que, en resumidas cuentas, significa que el gobierno estadunidense ordenó a las autoridades mexicanas capturarlo ese día y a esas horas, porque de antemano se sabe que estos operativos son comandados directamente por enviados de las agencias norteamericanas antidrogas, quienes dejaron de ser tan sólo proveedores de información para detener a poderosos capos, sino que ahora participan activamente en los operativos, como sucedió en las dos ultimas detenciones de Joaquín "el Chapo" Guzmán.
Entonces, según información de inteligencia militar y de las agencias norteamericanas, la captura falló no por errores de cálculo en el número de elementos que participaron en el operativo, ni de logística, sino porque, en cuestión de minutos, los elementos de las policías del estado de Sinaloa y del municipio de Culiacán dejaron su rol de servidores públicos para convertirse en sicarios fieles a la causa del Cártel de Sinaloa.
No pudieron bajar de la sierra camionetas llenas de gente armada y cerrar las salidas de la ciudad de Culiacán, organizar 19 bloqueos, así como acordonar la unidad habitacional militar y otras instalaciones, en unos cuantos minutos. La realidad es que las policías locales actuaron en favor del crimen organizado, porque desde hace años que fueron cooptadas y están a su servicio; o sea, operan bajo sus órdenes.
Como en otras entidades de la República, la fuerza del crimen organizado no sería lo que es sin el apoyo de las corporaciones policiacas. Por eso, muy rápido pusieron en un predicamento al gobierno federal y tuvo que optar por el mal menor, pese al muy alto costo político y social, de someterse ante un cártel de las drogas, a cambio de evitar un número indeterminado de muertos, más de los que ya hubo.
Nadie, si le hubieran preguntado, habría preferido la captura de un capo, del peso que sea, por el riesgo tan alto hacia la aterrorizada población civil. Se privilegió la protección de muchas vidas a costa del cuestionamiento nacional e internacional de sucumbir ante el poder del narcotráfico; empero, es la ausencia del Estado lo que quedó demostrada y, si de rendir cuentas por lo sucedido a la ciudadanía se trata, las autoridades sinaloenses deben ser las primeras en hacerlo.
Por mucho menos se pidió hace unas semanas la desaparición de poderes en Tamaulipas, Guanajuato e Hidalgo. Que nadie se haga bolas.
COLMILLOS Y GARRAS
MURIÓ ESTE JUEVES, al caer accidentalmente de una escalera dentro de su domicilio, el exdiputado panista Joel Rosas Torres, quien propiciara una estruendosa derrota al Partido Revolucionario Institucional en la década de los años 80, cuando el tricolor parecía invencible en Durango. Abrazo solidario a sus familiares y amigos desde este espacio editorial... FUERON LOS AÑOS en que el panismo ganó también la elección en la capital del estado, con Rodolfo Elizondo como alcalde. Por cierto, los sondeos de opinión de aquel tiempo revelaron que tanto Joel Rosas como Rodolfo Elizondo obtuvieron buena parte del voto femenil "por ser guapos", aunque después tuvieron que demostrar que tenían aptitudes para el cargo... Y DE NUEVA cuenta, Tania Libertad cautivó al público la noche del pasado viernes durante el último concierto masivo del Festival Internacional Revueltas, que llegará a su fin este martes, luego de 18 días de eventos culturales y artísticos. Para hoy y mañana están programadas presentaciones para todos los gustos. Consulte la cartelera del FIR2019.
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