Kiosko

SORBOS DE CAFÉ

Levitar

SORBOS DE CAFÉ

Levitar

Levitar

MARCO LUKE

"Súbete, no seas miedoso"

Aunque me sentía ya muy borracho, algo me decía que no me subiera al auto de mi amigo que se veía mas ebrio que yo.

"Que te subas te digo"

Insistió, y mi criterio ahogado en alcohol me dejó la responsabilidad de elegir. Cedí y subí al coche.

La leve esperanza de evitar un accidente, se esfumó cuando vi que mi comparsa no podía meter la llave para encender el motor.

Coloqué la mano en la manija sin que él se diera cuenta, dándole cabida a su imposibilidad de encender el motor para utilizar el pretexto perfecto y bajarme sin que se viera manoseada mi "valentía".

"Yo me largo". Abrí la puerta. "Eres un imbécil. No puedes ni encender el coche".

"¡Ah! ¿Te vas a rajar?".

Eso dio justo en mi beodo orgullo

"Yo nunca me rajo". De un portazo dejé en claro mi hombría.

En eso, escuché el rugido del deportivo acelerado.

De la misma manera en que el alcoholizado chofer encendía el auto, así también condujo, aunque no por mucho tiempo.

Como caballo de carreras, salimos disparados del cajón de estacionamiento, rozando a un par de coches estacionados cerca de nosotros sin que el conductor se percatara de ello.

Sin dejar de pisar el acelerador, el otro pie pisaba el clutch y cambiaba las velocidades, provocando que el motor rugiera en cada pausa de la trasmisión.

Mi vaso lleno de vino, se vació entre mi pantalón y el asiento, mientras yo intentaba acomodarme en cada volantazo del inconsciente piloto.

En mis ojos, los árboles y las casas los mezclaba la velocidad del meteoro acerado que no tardó en superar el centenar de kilómetros, y a la misma velocidad pasaba por mi cabeza una película donde pude ver cada escena de mi vida, hasta que fue interrumpida por un imprudente poste de concreto.

En un parpadeo, el parabrisas que pisaban las luces de la ciudad ahora tenían una telaraña echa de cristales rotos pintados de rojo.

El potente rugido del motor se silenció y en su lugar, roncaba el radiador evaporando el agua, mientras que mi amigo despegaba su cara del volante que le había arrancado el tabique de la nariz.

Giró lentamente y al verme, su gesto aterrorizado gritó y se abalanzó hacía mí estrujándome de los hombros.

"¡Despierta, Pedro!"

"¿Que te pasa, idiota? Estoy despierto". Me reí creyendo que a causa del golpe, estaba desorientado.

"¡Por favor despierta!"

"¡Que estoy despierto!", le reclamé, pero de pronto me sentí levitar.

"¡Despierta! ¡Despierta!" Se fue haciendo eco la voz, difuminándose lentamente al igual que mi vista hasta quedar en obscuridad total.

"Despierta, Pedro. Ya es hora"

Abrí los ojos con el corazón acelerado y bruscamente me senté.

"¿Dónde estoy?", pregunté desubicado.

"Tuviste una pesadilla, hijo", contestó suavemente mi madre. "Anda, ya vístete".

"¿Entonces estoy vivo?"

Sonriendo me contestó: "Estás levitando".

Escrito en: Sorbos de café motor, encender, cada, lentamente

Noticias relacionadas

EL SIGLO RECIENTES

+ Más leídas de Kiosko

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas