Micrófonos en casa
Todos tenemos micrófonos en casa, la privacidad es cosa del pasado, solo que no nos detenemos a pensar como nuestras conversaciones más íntimas tienen destinatarios insospechados.
Y no solo hablamos del espionaje político -ese que nos aseguran que no existe- sino de uno que se muestra amigable, servicial y que está permitiendo a las grandes compañías obtener información sobre nuestros gustos, preferencias y estilo de vida.
Pero vayamos por partes, la irrupción de la tecnología en nuestra cotidianidad a través de la inteligencia artificial, permite que nuestro móvil resuelva cuestiones básicas a través de algoritmos que funcionan con la información que nosotros mismos les damos.
Solo que nosotros no lo sabemos. Y ese es el riesgo.
Amazón trajo al mercado a "Alexa" una asistente virtual, que se consigue desde 749 pesos, puede reproducir música, responder preguntas, leernos un libro, establecer alarmas, darnos información del clima, el tráfico y leernos las noticias, controlar las luces de la casa, entre muchas otras funciones, solo hay un pequeño problema, su micrófono, nos escucha todo el día, aún y cuando está "dormida".
Google compite con su propio altavoz inteligente y se puede conseguir por 600 pesos, mis padres la tienen en casa y la consideran un fabuloso regalo. Así que el otro día le pregunté:
-Ok Google ¿me espías? La máquina respondió:
-La información que compartes conmigo, esta bajo tu control, me ayuda a asistirte mejor y brindar respuestas más inteligentes, sin embargo, puedes cambiar la configuración de tu cuenta de google y ajustar lo que se ALMACENA en los servicios de Google.
Estamos tan emocionados con lo que la tecnología y la redes pueden hacer por nosotros, que no nos detenemos a leer las letras chiquitas de los términos y condiciones, damos toda la información, sin filtro, ni control.
Nuestras preferencias van a lo que los especialistas llaman el Mercado de Datos, información que vale dinero para colocar productos.
Facebook nos recuerda los cumpleaños de nuestros amigos y hasta ha logrado segmentarnos por grupos de acuerdo a las emociones que experimentamos como miedo, enojo o simpatía y entonces selecciona los mensajes de acuerdo a los "memes" que compartimos y los mensajes que escribimos, nuestro perfil permite que nos agrupen y recibamos campañas de comunicación que tienen una intención comercial y hasta política.
Tal vez, Usted piense que es poca cosa, pero en realidad en la actualidad, hay campañas publicitarias encubiertas para aumentar el enojo contra gobiernos o favorecer a grupos políticos. Esta información se vende.
En el documental de Netflix Nada es Privado, se señala a la consultora británica Cambridge Analytica de recopilar 87 millones de datos de usuarios de Facebook con fines políticos incluso incidir en las Elecciones de Estados Unidos. Mostrando el "lado oscuro" de las redes sociales.
Estamos al final del principio del comercio electrónico dice Doug Stephens, asesor comercial, él asegura que vivimos en una Economía de Datos. ¿Esto es tan malo? No, lo terrible es no saberlo.
Tener el control sobre nuestra información es un derecho, solo que no lo ejercemos porque la mayoría desconocemos hasta dónde llega o quién se queda con nuestro perfil en cada búsqueda de internet o like que damos.
Estar conscientes de lo que revelamos nos extrae del conjunto de cifras para regresarnos al status de seres humanos, dueños de nosotros mismos.
Si Usted se tomó dos minutos en leer esta columna, en ese mismo tiempo 10 millones de usuarios hicieron una consulta a Google, se descargaron casi 800 mil aplicaciones, 9 millones de usuarios disfrutaron de un video en YouTube según un estudio de Domo titulado Los datos nunca duermen.