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Dale paz a tu mente y alegría a tu corazón

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VANESSA BARDAN PUENTE

Muchas de las decisiones que tomamos en la vida nos llegan de la mente porque son cosas que el intelecto domina, desgraciadamente le damos mayor importancia a la mente que está sobrecargada, estresada y loca y que por lo mismo no siempre nos da las respuestas justas. La mente clara, serena como el agua, es capaz de ver la realidad de las cosas.

Pero una mente revuelta es como el agua agitada, turbia, donde nada puede verse. La mente da vueltas y vueltas, pensando, amenazando, filosofando. La mente conoce solo palabras, lógica, argumentos. La mayoría de los mortales tenemos una mente confusa, complicada, que absorbe todo lo que está alrededor, nuestra mente está capturando toda la información y procesándola, y todavía la sobrecargamos más tratando de que decida en cuestiones del corazón como "¿debo perdonar o no a mi pareja?". La mente, que está tratando de procesar toda su información, al ser obligada a respondernos, nos mandará una respuesta que tomará del mundo que hemos recogido durante nuestra vida. Es cuando uno se dice "¿Por qué tome tantas decisiones que no eran las que yo quería?", y es porque dejamos que el cerebro tome funciones que no le corresponden. Lo malo es que la mente se acostumbra a dar siempre las respuestas y cuando queremos que el corazón nos responda, el cerebro manda la información antes de que el corazón lo haga. El corazón es el único que tiene la armonía perfecta para que las personas se puedan entender, por eso muchas de nuestras respuestas, tienen que salir del corazón porque solamente él tiene la facultad de decidir sobre los puntos más sensibles, tenemos que recurrir a lo que sentimos, a esa parte interna que vibra, que no es solamente un músculo, sino que tiene toda la facultad y la energía para dirigir un cuerpo. El corazón puede ver donde no ve la mente, éste puede bucear en el agua más turbia y llevar de nuevo la serenidad a la mente. Si hacemos caso omiso poco a poco nos olvidaremos de la importancia de escuchar a quien de verdad sabe íntimamente qué queremos en la vida. Con las emociones, el corazón se mueve, pero está ciego. Se mueve rápido, con prisa, porque no hay razón para esperar. No tiene que pensar, luego se lanza a donde sea. El secreto de la mente y el corazón es mantenerlos en armonía. Eso es lo más importante. Porque cuando hay desacuerdo entre ellos, nuestros sueños no avanzan, nos estancamos. Hay quien cree que la razón es superior a los sentimientos porque dejarnos llevar por estos nos hace vulnerables. Por otro lado, algunos creen que la emoción es primordial y el amor nos mueve. Lo cierto es que todos tienen razón en parte, ambos forman un todo que no puede dividirse. Por separado, de hecho, son peligrosos: la mente usa la lógica, pero olvida lo que sientes, el corazón te guía, pero sin control puede equivocarse. Puedes moverte a través de la mente, puedes moverte a través del corazón. Naturalmente llegarás a lugares distintos porque la dirección de la mente y del corazón son totalmente opuestas. Si no sabes qué hacer, comenzar por escuchar a tu cabeza es una buena opción. Primero porque ella es la encargada de pensar, de argumentar y de establecer sensatez a tu ser más íntimo. Segundo porque es tu mente quien pondrá el granito de cordura que te puede estar haciendo falta. Sin embargo, si no tienes más remedio que inclinar la balanza hacia un lado, no dejes que tu corazón sea siervo de tu pensamiento. Recuerda que en la lógica no siempre está el acierto y que actuar sin estar en consonancia con lo que sientes te hará fallar. Es bueno que escuches lo que tiene que decirte. Cuando pierdas tu propio camino, no pongas mente sino corazón. Cuando todo esté en calma, vuelve a la mente para pasar a la acción. Me parece especialmente interesante el hecho de preguntarme qué debe estar pensando mi Ser Interior en cualquier tema que me preocupe ¿qué debe estar pensando mi Alma sobre esto? Y luego escucho atentamente. Y entonces miro como todo cambia... Nuestra Alma lo mira todo siempre con amor, y no hay nada que sane más que el amor. El corazón es libre, por lo que nuestra verdadera libertad radica en él. Solo él sabe qué es lo que realmente quieres y deseas en cada momento. Sin embargo, hay que tener valor de escucharle, porque no siempre te gustará lo que te va a decir, escúchalo tranquilamente y te revelará su mensaje. Entonces, puedes decirle: "Yo sé que no te he tomado mucho en cuenta, pero quiero que me ayudes para que me des las respuestas que necesito". Lo que él va a entender no son las palabras, sino la energía que le pongamos a nuestro llamado.

Escrito en: CARIÑOTERAPIA mente, corazón, siempre, tiene

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