Conmemoran natalicio de David Alfaro Siqueiros
Considerado uno de los tres grandes del muralismo mexicano, junto con Diego Rivera y José Clemente Orozco, el artista David Alfaro Siqueiros nació hace 123 años, un 29 de diciembre de 1896.
José de Jesús Alfaro Siqueiros, de nombre real, se convirtió en uno de los pintores y activistas políticos más destacados del país, además formó parte de los exponentes de la llamada Escuela Mexicana de Pintura.
“La estética de David Alfaro Siqueiros es considerada por analistas y críticos de arte como una mezcla de inconformismo crítico y autocrítico, voluntad creadora y tendencia humanista”, detalla el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) en un comunicado con el que recuerda el natalicio del artista y hace mención a su muerte, un 6 de enero de 1974, hace 46 años.
En el documento se habla de la concepción de “una composición dinámica” lograda por Siqueiros, con la que “precisó los valores cambiantes de los cuerpos geométricos en el espacio, así como la importancia determinante de los fenómenos ópticos en la pintura mural”.
Se le recordó como un hombre a quien le gustaba experimentar y que optó por emplear “materiales plásticos modernos” como el silicón, la piroxilina, el acrílico o la vinelita.
Su obra se vio influenciada por lo aprendido en la Academia de San Carlos, su participación en la Revolución Mexicana y en la Guerra Civil española, su viaje a Europa donde se empapó del cubismo y su encuentro en el Viejo Continente con Diego Rivera, dando como resultado una obra que mezcló “la tradición popular mexicana con las preocupaciones del surrealismo y las vanguardias europeas”.
Fue a inicios de los años 20 que realizó varios murales en edificios públicos.
“En su deseo de crear un arte al servicio del pueblo, expresado mediante la pintura mural, buscó espacios completos y superficies cóncavas y convexas que le permitieran captar el rápido tránsito del espectador contemporáneo”, comparte el INBAL.
Entre sus piezas más destacadas se encuentran ‘La marcha de la humanidad’, en el Polyforum Cultural Siqueiros; ‘Del porfirismo a la Revolución’, en el Museo Nacional de Historia; o ‘Nueva democracia’, ‘Tormento de Cuauhtémoc’ y ‘Apoteosis de Cuauhtémoc’ que forman parte del acervo mural del Palacio de Bellas Artes.
Pronto se hizo de grandes amistades de importantes personalidades de la política, el arte, la literatura y la ciencia.
El escritor duranguense José Revueltas lo definió “como hombre y como artista, un gran mural de México en sí mismo, titánico como su obra”, mientras que para la crítica de arte Raquel Tibol, en sus creaciones “encontramos inconformismo crítico y autocrítico; voluntad creadora, generosa y vigilante, y reafirmación de un realismo de muchos mayores alcances éticos y estéticos”, murales que “están compuestos con base en asuntos de franca tendencia humanista que parten o llegan siempre a los temas medulares de las luchas de liberación de los pueblos oprimidos; las luchas de los desposeídos para conquistar una efectiva justicia social, y el repudio a la guerra para oprimir, sojuzgar y envilecer a los débiles”
Siqueiros también fue un prolífico editor y creador de publicaciones periódicas, además se hizo acreedor a importantes distinciones dentro y fuera del país por su aportación a las artes plásticas. Ya en la última etapa de su vida, trabajó en la creación de la Escuela Taller Siqueiros en Morelos (ahora La Tallera) y la Sala de Arte Público en la Ciudad de México, con la intención de que se continuara con el desarrollo y difusión de su legado artístico y documental.