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De Política y Cosas Peores

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ARMANDO CAMORRA

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"Estoy seguro de que mi mujer me engaña". Tal confidencia le hizo don Cucoldo a su compadre Pijo. Y relató: "Se sale de la casa los jueves y los sábados, y no regresa sino pasada ya la medianoche". "Me extraña sobremanera saber eso -manifestó el compadre-. Yo nada más la veo los martes". El padre Arsilio necesitaba un nuevo organista para su iglesia, pues el que tenía chupó Faros, colgó los tenis, se puso piyama de madera, anda abonando las margaritas, se fue de minero, entregó la zalea al divino curtidor. Todas estas expresiones sirven de eufemismo para no decir que se murió. El sacristán le recomendó a su cuñado. Preguntó el buen sacerdote: "¿Toca bien el órgano?". "Es muy decente -le informó el sacristán-. No tiene ningún vicio". "Eso está bien -aceptó el padre Arsilio-. Pero ¿toca bien el órgano?". Replicó el rapavelas: "No conozco mejor esposo y padre de familia que él. Además sostiene a su anciana madre y a una hermana soltera bizca". "Lo cual es sumamente meritorio -reconoció don Arsilio-, pero ¿toca bien el órgano?". Añadió el sacristán: "Es muy católico. De joven perteneció a la ACJM y ahora es secretario perpetuo y portaestandarte de la Cofradía de la Reverberación. Ha hecho 116 retiros espirituales; oye misa y comulga cada día, y jamás deja de asistir a la Hora Santa". Juzgó el párroco: "Camino al Cielo va por eso, pero ¿toca bien el órgano?". Bajó la cabeza el sacristán y respondió: "La verdad, no, señor cura. Es un pésimo músico. Por su mal oído saltó del Conservatorio de las Rosas al tercer día de haberse inscrito en él. Aunque sea mi cuñado debo decir que cuando toca el órgano nadie puede saber con certidumbre si lo que está tocando es el Tantum ergo, la Marcha de Zacatecas o el Noa Noa de Juan Gabriel". "Entonces no me sirve" -concluyó el padre Arsilio. Y así diciendo le dio la espalda al sacristán y se alejó. El cuentecillo me ha hecho recordar la declaración de López Obrador en el sentido de que espera de sus colaboradores un 90 por ciento de honradez y un 10 por ciento de eficiencia. Nadie habrá que ponga en tela de juicio la honestidad del Presidente. Estoy convencido de ella en lo que hace al manejo de los dineros públicos. Muchas fallas puede tener AMLO -de hecho las tiene- pero entre ellas no está la corrupción. Otra cosa muy diferente es la eficiencia. De ese pie cojea su administración, como hemos visto en estos días con el caso del desabasto de medicamentos para los niños con cáncer. Culpen a quien quieran de esa falta los funcionarios de salud, pero atiendan de inmediato el clamor de los padres y madres de esas criaturitas, que se han visto obligados a recurrir a medidas de presión para evitar la muerte de sus hijos por falta de las medicinas que requieren. Los gobiernos anteriores habrán sido de lo peor, pero en ellos no se presentó este problema. La lucha contra la corrupción, por demás encomiable, no ha de librarse poniendo en riesgo la vida de los enfermos, y menos si son niños. Babalucas le ordenó al cantinero del lobby bar: "Llévele a aquella dama una copa de lo que esté tomando". Le aconsejó el hombre: "No gaste su tiempo y su dinero, señor. Es lesbiana". Replicó Babalucas: "Nada me importa su nacionalidad". La mamá de Susiflor, muchacha ingenua y llena de seducciones, le hizo una sabia admonición: si un hombre se las pedía -las seducciones- debía responderle con energía y dignidad: "No soy de ésas". Una noche la cándida joven tuvo una cita con un hombre. A su regreso su mamá le preguntó llena de inquietud: "¿Cómo te fue?". Respondió Susiflor, mortificada: "Le dije que no era de ésas, y no me pagó". FIN.

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