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Comicios de noviembre y Calderón

Juan María Alponte

El encuentro del presidente Bush y el Presidente electo de México acontecerá en un escenario mundial con tensiones inmensas. Revelan, en principio, algo fundamental: que EU, primera potencia económica y militar del mundo, no puede solucionar en solitario los problemas.

La interpretación unipolar de la historia conforma, hoy, un vasto sistema en crisis. Es patente. Se requiere el fortalecimiento del sistema multinacional y, ello, en el cuadro de una reinterpretación de la globalización. Los escenarios críticos revelan, frente a la lógica de Estado, que la lógica revolucionaria adquiere -como salida, no como solución- una dimensión que, como en Líbano, Irak, Afganistán, Palestina, Norcorea e Irán, Venezuela y los etcéteras paralelos, requieren la revisión de todos los conceptos "clásicos". La lógica de Estado, en el Líbano, ha convertido en interlocutor al movimiento que se quiso aplastar con la lógica de Estado: el Hezbolá. En Irak la rebelión popular es de tal nivel que, desde su propia lógica, rebasa la lógica de Estado y, en Afganistán, el retorno de los talibán (plural de talib) coloca al Ejército de EU, como ante el Vietnam, con la espalda contra la pared. En el área atómica habrá de asumirse, de un lado, la negociación y, del otro, una vía racional hacia la transformación pacífica de la energía. Se trata de un mundo para cabezas cada vez más y más complejas, es decir, aptas para asumir el pensamiento complejo de Edgar Morin. George W. Bush no posee la testa del Homo sapiens-sapiens. Cabe señalar que estamos ante una etapa de tal complejidad que sólo cabezas habitadas por una nueva imaginación teórica podrán hacerle frente.

El encuentro de Bush y Calderón ocurre en un mes decisivo para EU y para sus aliados: las elecciones intermedias que, todo hace prever, modificarán en gran medida, el Congreso.

El Presidente electo de México no puede permitirse los errores iniciales de Fox. Aquel candidato, legitimado por un voto indiscutible, olvidó, en su primer viaje a Washington, cosas esenciales. Primero, que no había obtenido ni la mayoría absoluta en el voto personal ni en el voto para el Congreso y que, en consecuencia, el voto de 2000 (seguramente el más racional de la historia de México) configuraba, sobre todo, un mandato para la NEGOCIACIÓN. Fox olvidó ese mandato e inició su primer ascenso a Washington con un discurso de confrontación con el Congreso.

Señaló, allí, que la responsabilidad, en caso de que no se legislaran las reformas, sería del Congreso. Olvidó lo esencial: que la votación de 2000 era una votación para negociar, no para exigir, imperialmente, lo que debía hacerse. La presentación de su política en Washington implicó, sin más, la confrontación para un sexenio. Inmenso error.

Le vendieron, a su vez, una política personal con Bush que carecía de la menor lucidez: la política de los "dos rancheros". Ese planteamiento era patético. Los Bush pertenecen a una dinastía del poder en Wall Street (desde el bisabuelo) y en el petróleo. El rancho no representa una sociología, sino un placer de patricio. Creer lo contrario fue lamentable.

Ahora Calderón sabe que nada de aquel tejido fálico (caballo y fusta) tiene la menor significación teórica y política. Bush, en noviembre de 2006 representa uno de los momentos más bajos de un presidente de EU y el patriotismo del 11-S tiene, ante sí, una sociedad en duda moral creciente. Las elecciones de noviembre abren interlocuciones nuevas y los hispánicos con derecho al voto fueron (en 2004) 16.1 millones. Se registraron el 58 por ciento y votó el 47 por ciento. En nuestros días, con el muro y el debate abierto a escala de la nación y del planeta, todo ello debe invitar a Calderón a ser un hombre de Estado.

El ranchero ya se probó. Y en EU no se le respetó.

Escrito en: voto, Bush, lógica, Calderón

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