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Relevo en la ONU

Eugenio Anguiano

El 13 de octubre del año en curso la Asamblea General de las Naciones Unidas nombró secretario general de la organización al ministro de Relaciones Exteriores y Comercio de la República de Corea, señor Ban Ki-Moon, por aclamación de sus 192 miembros, para que comience un mandato de cinco años a partir del 1 de enero de 2007.

Este diplomático de carrera se convertirá en el octavo "más alto funcionario administrativo", como se define al Secretario General en el artículo 97 de la Carta de las Naciones Unidas.

No obstante que la función explícita de este servidor público internacional es la de atender los trabajos de la ONU, establecidos por los órganos de la misma y, en última instancia, por el mandato de los estados miembro, está previsto que dicho funcionario tenga un espacio de maniobra más allá de lo administrativo: la facultad de "llamar la atención del Consejo de Seguridad hacia cualquier asunto que en su opinión pueda poner en peligro el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales" (artículo 99).

Justamente esa potestad es la que ha separado a los predecesores de Ban en dos bandos; el de quienes asumen riesgos y enfrentan a los miembros permanentes del Consejo de Seguridad, y el de quienes no los asumen. Esos cinco miembros permanentes pueden vetar la nominación del secretario y con ello paralizar al Consejo de Seguridad en su recomendación a la Asamblea General para la designación del jefe administrador de la ONU.

Cuando se planeó la creación de las Naciones Unidas, en Dumbarton Oaks en 1944, los redactores del proyecto de la carta constitutiva asumieron que las potencias aliadas en la guerra contra los países del eje se mantendrían unidas y serían la espina dorsal de la nueva organización mundial, de allí que la figura del administrador principal fuera prevista como algo complementario, e incluso el presidente Franklin Roosevelt sugirió que el título de esa función fuera el de "moderador".

Ese administrador tendría que ser una persona sumamente calificada y "una figura que haya alcanzado una posición y preferiblemente procedente de una potencia pequeña o mediana" (nota de Adlai Stevenson, negociador de EU en la conferencia de San Francisco, al secretario de Estado, Stettinius, en septiembre de 1945).

En 1946, después de que la Unión Soviética vetara varios prospectos famosos y prefiriera a una personalidad menor, el noruego Trygve Lie, quien por recomendación del Consejo de Seguridad fue designado por la Asamblea como el primer secretario general de la ONU, todo parecía indicar que, salvo diferencias marginales, los aliados continuarían actuando juntos.

No obstante, al poco tiempo aparecieron diferencias de fondo que llevarían a cuatro décadas de guerra fría; Lie sirvió hasta 1952 y tuvo que dejar el cargo por presiones soviéticas, ya que había sido dúctil al interés de Washington por condenar a Corea del Norte, y a la aprobación de la llamada resolución pro paz, que permitió a tropas estadounidenses y de sus aliados combatir en la península coreana bajo bandera de la ONU.

El segundo secretario fue el sueco Dag Hammarskjöld, "la persona perfecta para un trabajo imposible: firme, político, un idealista pragmático y un innovador" (Paul Kennedy). Él enfrentó la crisis del canal de Suez, desatada por la invasión de Francia, Gran Bretaña e Israel ante la nacionalización del canal por el presidente Nasser, desplegando con rapidez y eficacia una Fuerza de Emergencia de la ONU, y resolvió otras crisis con la llamada "fórmula de Pekín", en alusión al viaje que hizo a China roja en 1954, para pedir la liberación de la tripulación de un avión espía de EU: "Cuando la paz mundial está amenazada, el secretario general tiene el derecho y la obligación de hacer cuanto sea necesario para ayudar a encontrar una solución pacífica". Dag murió en 1961, en un accidente de avión cuando mediaba en el conflicto del Congo.

Los siguientes cuatro secretarios generales fueron de menor estatura que Hammarskjöld, y todos, menos Boutros Boutros-Ghali, sirvieron por dos periodos de cinco años. El egipcio enfrentó las crisis de Somalia, el genocidio en Ruanda y el desmembramiento de Yugoslavia, y se granjeó la enemistad de Washington, poder que en 1996 bloqueó su reelección. Le siguió el ghanés Kofi Annan, quien mantuvo un delicado balance entre las presiones de EU por reformar la ONU a su gusto, y por hacer que la organización mundial actuara conforme a sus objetivos de guerra contra el terrorismo, y las demandas de otras naciones por adaptar la organización a las circunstancias del siglo XXI, en cuanto a seguridad, mantenimiento de la paz, derechos humanos y cooperación para el desarrollo.

Ban Ki-Moon tiene un currículum discreto, pero cuenta con el respaldo de Washington. Es difícil anticipar cómo reaccionará ante situaciones de crisis, porque su perfil es más el de un administrador que el de un político; lo malo es que la ONU no está en condiciones de ser manejada por un "moderador".

Escrito en: secretario, Consejo, organización, administrador

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