Para muchos estadounidenses, el senador Barack Hussein Obama representa la única esperanza para detener las aspiraciones presidenciales de Hillary Clinton. La última encuesta del Washington Post así lo confirma: en tan sólo ocho meses Obama se convirtió en el segundo favorito de los votantes para obtener la candidatura presidencial demócrata para el 2008. Sin embargo, el ruido mediático que genera este político de 45 años podría ser sólo temporal.
Barack es el fruto de un matrimonio interracial. Su padre, de raza negra y nacido en Kenia, conoció a su madre, una estadounidense blanca de Kansas, durante una estancia de estudios en Hawaii. Pasó parte de su infancia en Indonesia, donde, de acuerdo con sus biógrafos, estudió en una escuela musulmana por tres años y en una católica por otro tanto.
A su regreso a Estados Unidos, Barack estudió Ciencia Política en la Universidad de Columbia y después una Maestría en leyes en Harvard. Coincidencias de la vida, pero el afroamericano tiene el mismo perfil académico de Hillary, quien estudió Ciencia Política en Wellesley y posteriormente Leyes, en Yale.
Las coincidencias no terminan ahí: ambos representan en el Senado a dos estados en los que no nacieron. Hillary nació en Illinois, pero representa a Nueva York, mientras que Obama, nacido en Hawaii, representa, irónicamente, a Illinois, el estado natal de Clinton.
Los dos senadores tienen relativamente poco tiempo en funciones. Obama juró al cargo en enero del 2005, mientras que Hillary hizo lo propio en enero del 2001. Por ello, sus opositores destacan su poca experiencia política, aunque aquí hay una diferencia mayúscula. Antes de llegar al Senado, Obama había trabajado algún tiempo en una ONG, había ocupado un cargo como legislador local, en 1996, y perdió una campaña a la Cámara de Representantes en el 2000.
Por su lado, antes de llegar al Senado, Hillary no había ocupado un cargo de elección popular, pero para la década de los 70 la demócrata había trabajado ya en una campaña presidencial, en el juicio de destitución de Richard Nixon, y había hecho mucha "labor de campo" como esposa del gobernador de Arkansas y luego del Presidente de Estados Unidos.
Si uno de los dos logra la candidatura presidencial de su partido hará historia. Obama se convertiría en el primer candidato presidencial afroamericano de uno de los dos grandes partidos políticos estadounidenses y, tal vez, en el candidato con menos experiencia política, mientras que Hillary se convertiría en la primera mujer en lograr una candidatura presidencial y en la primera ex primera dama en buscar la Presidencia.
Todo está ya puesto en la mesa. Las apuestas en torno a estas dos figuras demócratas están a la orden del día. Mientras Hillary Clinton continúa haciéndola de suspenso al no anunciar su decisión de buscar la Presidencia, Obama aprovecha la indefinición y acapara la atención de los medios de comunicación.
Obama ha sabido moverse bien y capitalizar el momento político. Hace pocos meses seguía siendo prácticamente conocido sólo por ser el único senador afroamericano en el Congreso y por haber dado un discurso descolorido en la Convención Demócrata del 2004. La moneda está en el aire y Obama aún deberá demostrar que puede mantener el momentum que está viviendo, dejar a un lado el concurso de popularidad y concentrarse en una campaña exitosa en contra del aparato electoral y de los recursos que controla el matrimonio Clinton.
Más aún, tanto Obama como Clinton tienen la dura tarea de no convertir la elección presidencial del 2008 en un reality show o en una lucha contra los prejuicios, el de elegir como presidente a un afroamericano que tiene un segundo nombre que asusta, o a una mujer como Comandanta en Jefe de las Fuerzas Armadas que ha sabido capitalizar el apellido de su marido?
Profesor del ITAM
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