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DESDE AFUERA

Rafael Juan de Merolico

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Rafael Juan de Merolico

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DALILA RIVAS CORONEL

¡Ya cállate, pareces merolico! Frase imperativa y coloquial. De las más socorridas en el habla mexicana cuando nos invade un deseo incontrolable por deshacernos de un parlanchín verbodiarréico monotemático. Dígame sino querido lector, son fastidiosos y colman la paciencia hasta del más estable de los humanos. Incluso la fonética de la palabra parece coincidir con el significado: un personaje que habla apresuradamente sin pausas y con escaso sentido. Y de cierta manera así es, sin embargo de acuerdo a su origen, las personas relacionaban merolico más con un charlatán, un embustero vendedor de quimeras o curandero de lo imposible. Personajes que prodigaban a toda velocidad vocal las falsas cualidades de algún producto.

Personalmente la palabra me parece musical y pegajosa, tiene su singularidad, sobretodo en su historia, porque recuerde que todo en esta vida tiene su pasado, y merolico no es la excepción. A finales del siglo XIX, por allá en 1879 llegó a México un migrante suizo, como muchos otros, en busca de la fortuna negada en su terruño. Fue el caso de este personaje de nombre Rafael Juan de Meraulyok quien presumía de buen conversador y, sin reparo alguno ostentaba sus varios títulos universitarios, uno de ellos y, el que más convencía a sus seguidores era el de médico. La Escuela Nacional de Medicina cometió la imprudencia de entregarle una revalidación, sin más comprobación que la confianza y buena fé.

Después de haber obtenido el título por parte de la Escuela de Medicina, el osado de Meraulyok hizo unos anuncios que lo presentaban como médico cirujano y dentista; rápidamente se convirtió en su propio agente publicitario y principal anunciante de múltiples remedios, uno distinto para cada dolencia o malestar, no había enfermedad imposible para nuestro querido migrante suizo, lo que acarreaba hasta él, tumultos de gente que lo mismo le pedían que les sacara una muela o que los curara de ceguera.

Pasado el tiempo sus seguidores comenzaron a no ver resultados en los productos, de tal manera que ya muy molestos regresaban a la plaza con la intención de desenmascararlo frente a la ingenua población que aun desconocía su engaño. Ahí lo encontraban muy quitado de la pena, prometiendo y ofertando falsas esperanzas a todo pulmón. Los inconformes molestos se escabullían entre la concentración humana hipnotizada por la retahíla del fraudulento médico, y desde ahí le gritaban sin reparo: - Merolico, merolico ¿Quién te dio ese pico? Al no poder pronunciar correctamente su apellido, lo llamaron Merolico.

Como muchas otras palabras en nuestro país, Meraulyok fue fonéticamente mexicanizado, como es el caso de la palabra gringo o la palabra cuilta, las que no tienen nada que ver con el significado que les damos actualmente; aunque ese es un tema que dejaremos para otra lectura.

El éxito del merolico suizo fue tanta que pronto comenzaron a surgir los imitadores, otros igualmente falsos profesionales que sin ton ni son gritaban las bondades de sus productos en plena calle: - Señor, señora, señorita para la migraña, la taquicardia, el colesterol, la rubielosis, la tuberculosis, el sarampión, la tos, la gripa, el torzón, la comezón y hasta para el corazón, pomada Napoleón, el conquistador de su salud. - Allá está otro como merolico - decía la gente cada vez que veía un vendedor de pomadas, ungüentos, medicamentos, etc. El tiempo le dejó ese nombre al oficio, y ahora aunque los vemos poco, si podemos encontrarlos en las ferias populares, como el merolico de la loza o el de las cobijas: - La tradicional, la cobija, suavecita, dale ese, tenga, le voy hacer un paquete más económico, le doy ese, le doy su juego de recámara, échale ese y agárrate, le das otro, ¿quiere otra? Se la pongo, mire que chulada, la tigrilla, ¿quiere tres? Le pongo tres, ¿de color rosa? Se la pongo rosa y otra más, ¿le gusta? Se la lleva.

Así que ya sabe querido lector, la próxima vez que escuche un merolico, recuerde que no era tal, sino Meraulyok.

@dalovska

Escrito en: Desde afuera merolico, palabra, querido, Meraulyok

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