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Desde Otro Ángulo

La paciencia que se perdió en el abismo

Desde otro ángulo

La paciencia que se perdió en el abismo

La paciencia que se perdió en el abismo

ARLENE CONTRERAS

La velocidad, el vértigo del modernismo, la inmersión en las redes sociales, la multiplicidad de ocupaciones, nos ha llevado al mundo de la desesperación, al grado de tener momentos de ansiedad por no recibir respuestas inmediatas.

La paciencia se perdió, se desgastó, quedó atropellada, al convertirnos en los seres humanos de la rapidez, de la instantaneidad.

Y ante las circunstancias que estamos viviendo, resulta abrumador tener que esperar fechas sin programación, pues esta pandemia ha traído consigo el aplazamiento de regresar a una "normalidad" que, cada vez, se avizora más lejana.

Diversas escenas que vemos en la calle, como esos rostros de miradas tristes, cuyas sonrisas han sido desaparecidas por un cubrebocas; así como actitudes de intolerancia en el supermercado, o al conducir por las avenidas; la molestia e irritación cuando te solicitan cumplir con las medidas mínimas de sanidad, entre otras más, sólo vienen a revelar una realidad que vivimos: seres humanos repletos de impaciencia, olvidados del saber esperar.

Sin duda, esta crisis ha cambiado muchas cosas; pero también ha revelado la realidad de infinidad de historias de incomprensión, discriminación; las agudas brechas de la desigualdad; de familias quebrantadas, disfuncionales... sí, nos ha presentado la vulnerabilidad de nuestra sociedad; junto a la voracidad e insensibilidad de poderosos sectores; y la falta de reacción y respuesta de los gobiernos.

Hasta la primera dama de nuestro país perdió la paciencia, al grado de que en una interrogante hecha en #TW, de cuándo atenderá personalmente a los padres de niños con cáncer, ella respondió: "No soy médico, a lo mejor usted sí. Ande, ayúdelos.

Así la paciencia, la sensibilidad, la empatía de la cara amable de quien protege el desarrollo integral de las familias, de quien cuida la niñez de nuestro país.

Lo ideal es esperar y aguantar a no viajar a Mazatlán, fue el llamado que el secretario de Salud estatal, Sergio González Romero, hizo a los duranguenses, tras la apertura de actividades turísticas en ese puerto que, desde ese día, ha lucido abarrotado, con infinidad de gente, sin sana distancia, ni cubrebocas.

A su vez, el coordinador de Protección Civil Estatal, Guillermo Pacheco, remarcó que la reactivación económica de esta playa acelerará el contagio para los municipios de Durango; acotó que no es tiempo de reiniciar actividades, incluso, aseguró que a quienes viajen a este sitio se les pedirá que, a su regreso, se aíslen 15 días, por el alto riesgo de haber contraído Covid-19.

Regresar a una normalidad al lugar que la mayoría de los durangueses busca como espacio de esparcimiento, diversión, descanso, fue como quitar un corcho a una botella a punto de estallar, pues la paciencia ha quedado agotada. Muchos viajarán para allá; claro que no esperarán con paciencia. Ojalá las consecuencias no sean lamentables.

La incapacidad para reconocer una necesidad es una de las fallas más peligrosas. Y no ubicar que la paciencia se perdió, se desgastó y quedó atropellada, será el primer paso para no hacer nada, para seguir igual y no solucionar lo que sucede a nuestro alrededor.

@ArlnContreras

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