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El menos común de los sentidos

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El menos común de los sentidos

EDUARDO RODRÍGUEZ

Dicen que los mexicanos siempre estamos buscando cualquier excusa para festejar. Y es que ¿de qué se trata la vida si no nos agasajamos por los pequeños triunfos? Es cuestión de percepción, siempre existe algo de lo cual debemos estar satisfechos, todo depende del cristal con que se mire.

En ese tenor, esta semana hubo acontecimientos que a nivel nacional y local fueron dignos de echar campanas al viento. López Obrador celebró dos años de su legítimo y abrumador triunfo en las elecciones presidenciales; lo triste es que ha sido su único triunfo en el tiempo que lleva gobernando. A diferencia de otros presidentes, AMLO gobernó y marcó la agenda pública desde el día que consiguió la victoria en las urnas, EPN se borró del mapa al igual que todo su equipo; los meses posteriores a la elección del 2018 fueron una ola de noticias que destacaban a los integrantes del Gabinete que acompañaría al Presidente electo y la firme intención por detener las obras que simbolizaban la corrupción, antítesis del mandatario entrante.

A partir de ese momento, Andrés Manuel se ha concentrado en echar abajo lo que edificaron quienes lo antecedieron en el cargo. Ha destruido instituciones públicas, sistemas de salud, mecanismos que fortalecían el funcionamiento de Pemex como las rondas petroleras, entre algunos de sus más destacados errores. En seguridad pública, las cosas están peor que cuando él comenzó, con el Bajío y gran parte del centro del país viviendo niveles de inseguridad y violencia como hace muchos años no se veían en esa zona de la República; se eliminó la Policía Federal para instaurar la Guardia Nacional que hasta el momento lo único que percibimos que han hecho, por lo menos en Durango, es acompañar a los tránsitos para checar que la ciudadanía utilice su cubrebocas. Gran encargo.

Como podemos observar, las dos banderas con las cuales llegó el Presidente a su silla: inseguridad y corrupción, no han sido resueltas en lo más mínimo; presumiblemente se han agravado. Desafortunadamente lo anterior se combinó con una pandemia que ha traído como consecuencia la peor recesión económica en años para nuestro país y López Obrador no ha demostrado ser diferente; su capacidad se ha visto limitada porque, efectivamente, desconoce la administración pública pero ahí no radica el problema, lo verdaderamente alarmante es que tampoco le interesa gobernar mejor. No hay mucho que celebrar; tampoco hay tiempo ya de prueba. Es inexcusable el pésimo actuar de la Federación y sus resultados.

En Durango andamos por las mismas: hace algunos días se celebraba el regreso del Alcalde después de haberse ausentado un par de semanas por problemas delicados de salud, lapso en el cual fue más sonada la inquietud por quien o quienes lo sustituirían, que los buenos deseos por su pronta recuperación. Dejando de lado la pésima estrategia de comunicación que se ha implementado para tratar asuntos privados de un personaje público, pareciera que los principales detractores del Presidente se encuentran dentro de su propio equipo.

Todavía no aterrizaba el avión en el que se trasladaba el Alcalde a la ciudad de Durango cuando ya circulaba en redes sociales la imagen del logotipo conmemorativo a las fiestas por el 457 aniversario de la ciudad de Durango que, dicho sea de paso, carece de creatividad, originalidad e ingenio según la vox populi. La discusión pública se ha centrado en la belleza -o falta de ella- de un diseño cuando se tiene enfrente un panorama tan adverso donde se han quedado sin empleo miles de duranguenses, cientos de empresas han cerrado sus puertas de forma definitiva, los anuncios de renta y venta de inmuebles se cuentan por decenas al igual que las multas que se aplican a establecimientos locales, donde los dueños están más preocupados por adquirir todo lo que les impone el Municipio para abrir sus puertas en lugar de estar pensando en cumplir con la nómina en tiempo y forma para sus trabajadores. Insensibilidad pura.

Durante tres meses hubo directoras y directores, subdirectoras y subdirectores, jefas y jefes de departamento, así como personal administrativo ausentes de sus oficinas, sin actividad alguna, ni siquiera de manera remota, pero recibiendo sus pagos puntualmente. Ellas y ellos, sin lugar a dudas, están listos para los festejos de la ciudad.

Ojalá el ciudadano de a pie, el duranguense que se quedó sin trabajo, la empresaria que liquidó a sus trabajadores y vendió su maquinaria, el que tiene que trabajar horas extras para poder completar las tres comidas diarias y, las familias que sobreviven con menos de quinientos pesos a la semana encuentren pronto algo por qué celebrar.

@eduardguezh

Escrito en: El menos común de los sentidos Presidente, Durango, pública, tiempo

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