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PAN y PRD, el poder y las convicciones

JORGE ZEPEDA PATTERSON

Los partidos se están partiendo. El PRD termina hoy un congreso que casi lo divide en dos. En el Partido Alternativa Patricia Mercado, ex candidata presidencial, le disputa a Alberto Begné el liderazgo. Y a lo largo de la semana se dio a conocer que un grupo de panistas prepara la formación de un nuevo partido, pues algunos militantes están en inconformes con la tibieza del PAN actual y su falta de compromiso con las posiciones conservadoras ¿Qué es lo que está detrás? ¿Meras luchas por el poder entre dirigentes ambiciosos o verdaderas disputas ideológicas que ponen en juego las convicciones? La historia, el tipo de liderazgo y su vinculación con la sociedad hacen del PAN y el PRD partidos diametralmente opuestos en muchos sentidos. Sin embargo, en el surgimiento de corrientes cismáticas puede advertirse dos elementos comunes. Por un lado, las ambiciones de poder de grupos y fracciones que carecen del control y aspiran a un mayor protagonismo. En todas las corrientes perdedoras alienta siempre la tentación de emprender camino por derroteros propios, bajo el principio "mejor cabeza de ratón que cola de león". Claro, no sin antes agotar todas las posibilidades de convertirse en la melena del león. Pero en las corrientes secesionistas hay también argumentos plenamente legítimos, y no sólo ambiciones y frivolidades personales. Ambos, PRD y PAN enfrentan coyunturas que exacerban sus conflictos ideológicos. Y se vale. Hay muchos militantes, en ambos partidos, que están en la política para defender valores y principios; convicciones y no sólo posiciones. Si el partido al que pertenecen es incapaz de recoger e impulsar sus concepciones ideológicas y políticas, están en todo su derecho de amenazar con la ruptura y, de ser el caso, emprender su propio camino.

Las circunstancias han colocado en la encrucijada a muchos de los militantes del PAN y del PRD. El primero en razón de su éxito, el segundo en razón de su derrota. Desde luego para el PRD el escenario es más apremiante (la derrota siempre es menos "gestionable" que la victoria). La corriente que encabezan "Los Chuchos" tiene toda la razón cuando advierte que el futuro inmediato del PRD pasa por una vinculación responsable con el entramado institucional, lo cual se traducirá, tarde o temprano, en una relación profesional con el gobierno de Calderón, para escándalo de los lopezobradoristas. Y digo que tienen razón, porque es evidente que un boicot sistemático del PRD en las Cámaras y otros espacios, provocará el repudio de la opinión pública y, eventualmente, su debacle en las siguientes elecciones.

Pero la corriente de López Obrador también tiene razones de peso. Una porción importante de la población está desencantada con los procesos electorales y con la incapacidad crónica del sistema para ofrecer justicia. Lo que ha sucedido en Oaxaca es revelador: el gobernador Ulises Ruiz no sólo ha quedado sin castigo, mientras los luchadores sociales fueron castigados en Almoloya; además consiguió el carro completo en comicios en los que sólo votó el 25 por ciento del electorado. Participar en procesos "institucionales" de este tipo equivale a legitimar el engaño y la "democracia simulada". Para esta corriente del PRD establecer relaciones con el gobierno de Calderón es moralmente inaceptable no sólo por su origen fraudulento, sino también por su complicidad y padrinazgo en situaciones reprobables como Atenco, Oaxaca o Puebla. Algo similar sucede en las Cámaras. Los proyectos de ley enviados por Calderón tienen como propósito, a los ojos de este grupo, hacer malabares para favorecer a los sectores privilegiados. Al carecer el PRD de la fuerza necesaria para modificar o neutralizar tales proyectos, la opinión de AMLO es que la participación de la izquierda simplemente legitima tales resoluciones.

No sé si el PRD termine fragmentado. Lo cierto es que hay una disputa de fondo que es genuina, porque confronta dos posiciones políticas diametralmente opuestas frente a la coyuntura. En última instancia atiende a visiones distintas sobre la manera de levantarse de la derrota y convertirse en una fuerza política decisiva. No será fácil que logren conciliarlas. EL PAN también acusa diferencias crecientes. Los grupos más conservadores se muestran cada vez más impacientes por la falta de compromiso de Calderón con algunas premisas ideológicas y, en general, con el reparto de poder. Muchas de estas corrientes están en la política para modificar temas de salud pública, educación, acción social e inseguridad pública de acuerdo a posiciones dictadas por su doctrina y sus convicciones ideológicas; hasta ahora no lo han conseguido. Pero no es probable que la mayor parte de estos grupos abandone al PAN. Primero, porque si bien es cierto que Calderón no les ha permitido tomar el control, les ha proporcionado posiciones estratégicas. Por otro lado, dentro del PAN han conquistado entidades como Querétaro y Jalisco que han convertido en verdaderos bastiones.

En la disputa entre los grupos que encabezan Patricia Mercado y Begné, en Alternativa, también se juegan temas de fondo. Ella encuentra inaceptable las alianzas electorales con el PRI, un partido que representa todo lo contrario de las razones que dieron vida a Alternativa. Begné en cambio, ve estas alianzas como imprescindibles para el crecimiento de su partido. Ambos tienen razón.

El forcejeo al interior de los partidos remite al eterno conflicto entre medios y fines en la política. Antes de trivializar o frivolizar tales disputas habría que entender que están en juego mucho más cosas de fondo. Calderón, la corriente de Los Chuchos o Begné, privilegian la coyuntura y los resultados inmediatos. López Obrador, Patricia Mercado o los grupos de ultra derecha hacen honor a sus convicciones, a sus principios. ¿Podrán los partidos conciliar los medios con los fines o terminarán escindidos? ¿Y el PRI? Bueno, el tricolor tiene la enorme ventaja de que para sus militantes todo se remite a los medios, no a los fines. No hay convicciones de fondo que les estorben.

www.jorgezepeda.net

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