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Ser directivo escolar, ¿una tarea sencilla?

Rolando Cruz

La función directiva en el ámbito de la educación tiene en la actualidad un importante debate, sobre todo en lo que respecta al significado de ser ?buen director?, calificativo que tiene múltiples acepciones, casi todas relativas a un listado de atributos y capacidades que se quedan en el nivel de aspiraciones o metas deseables a lograr por nuestros directivos. Sin embargo se sigue asignando en México a los directores escolares por las vías menos adecuadas y muy pocas veces por sus competencias directivas y organizacionales; con honrosas excepciones tales como los que estudian y se preparan para el servicio profesional de carrera administrativa del Gobierno Federal.

Se ha comprobado que los que llegan por compadrazgo, palanca o dedazo tienen un sinfín de problemas que difícilmente alcanzan a resolver porque dirigen de forma empírica o intuitiva y en el mejor de los casos como les parece más atinado dirigir una escuela; cuando sabemos ahora que debemos prepararnos administrativamente si deseamos contribuir a la mejora en la calidad de las escuelas.

La formación directiva, como todo proceso, tiene su fundamento en lograr que las personas avancen en sensibilidad, inteligencia, autonomía, sentido de solidaridad y desarrollo humano, como resultado de su participación en programas de formación, capacitación y profesionalización como directivos, para lo cual es necesario que todos los aspirantes a serlo tengan bien clara la diferencia existente entre ser docente y ser directivo. Los niveles o momentos en que debe trabajarse la formación directiva son los niveles instrumental, sistemático y estratégico.

El nivel instrumental se refiere a las capacidades técnicas (comprensión, utilización y aplicación de procedimientos) necesarias para desempeñar la labor directiva en especifico, entendidas estas capacidades como las disposiciones desarrolladas por la experiencia que produce el entorno cultural organizado. Dichas capacidades técnicas conducen a resultados prefijados (objetivación previa) y que se asocia a lo que llamamos procedimientos algorítmicos para el logro de las metas.

Cabe señalar que la mayoría de nuestro personal directivo se desempeña en este nivel de manera intuitiva y empírica, es decir por la experiencia propia y la de otros, por lo que es necesario enfatizar en la utilidad y las ventajas de la formación directiva.

El nivel sistemático, en la administración educativa, es focalizado como un proceso de diseño y de solución de problemas que incluye planificación, implementación, control, evaluación y revisión. Por lo que puede ser un elemento verdaderamente útil para los directores y administradores de la educación.

El nivel estratégico plantea la necesidad de revisar la dirección administrativa para evidenciar las metas, los medios y los resultados, en el uso reflexivo de los procedimientos que se utilizan para la realización de una determinada tarea. Este uso reflexivo conlleva el planteamiento de preguntas válidas en todo proceso que se precie de ser estratégico: ¿qué debe hacerse? ¿Cómo debe hacerse? ¿Por qué y para qué realizarlo? ¿Qué limitaciones existen para hacerlo?

El enfoque estratégico toma en cuenta que muchas capacidades directivas se pueden transformar en habilidades deseables (capacidades que pueden expresarse en conductas y que han sido desarrolladas a través de la práctica consciente y de la toma de decisiones) que promueven el establecimiento de relaciones significativas entre lo que es ya sabido y la nueva formación.

Actualmente se pone especial interés en ?gerenciar? más que en administrar, utilizar el Management en política, en empresas estatales, en instituciones educativas de todos niveles, etc... buscando una integración a ambos términos.

En el sistema educativo, administrar está más asociado al funcionamiento y al concepto de eficacia (fin último, el logro de objetivos) sin ser primordial cuánto le cueste al sistema. En el ?Management? educativo se asocia más al concepto de eficiencia (logro de objetivos con menor inversión y con mayores ganancias) en este caso la ganancia puede ser social, pero siempre con el menor costo posible. Esto exige que la aplicación sea efectiva en cada una de sus funciones y particularmente que se obtenga alta productividad y excelente calidad.

Los términos ligados al Management: eficiencia, calidad, efectividad, productividad y excelencia, sugieren que toda organización deberá incluirlos.

En el nuevo rol del directivo, el desconocimiento del campo de la administración y la falta de formación es lo que provoca inseguridad y se logra mantener al directivo en sus centros de trabajo, sólo a través del empeño, el entusiasmo y el esfuerzo. Sin embargo existen carencias y limitaciones que rebasan su propio desempeño, por lo que el rol directivo se realiza intuitivamente, al tanteo o improvisadamente. Investigaciones recientes reflejan que el desempeño directivo es más burocrático y con características de control y vigilancia, que otros estilos de dirección más dinámica, creativa, participativa y con capacidad de resolución de problemas institucionales.

Los retos de nuestro tiempo exigen que el directivo deje de lado actitudes autocráticas, autoritarias, centralistas y represoras para accesar a una formación centrada en conocimientos, habilidad y competencias que privilegien la planeación, organización, innovación, normatividad, evaluación, manejo de conflictos, integración; en fin, una visión holística de su quehacer administrativo. Esta carencia en la formación directiva repercute directamente en la calidad de la educación a través del negativo funcionamiento institucional, de las actitudes de profesores y alumnos, de toda la problemática que dicha falta de actualización y desarrollo ocasiona.

Las nuevas corrientes incluyen la misión, las responsabilidades sociales, la pluralidad valoral, la igualdad de oportunidades y el ejercicio del director con auténtica vocación de servicio. De aquí que la eficiencia en su función directiva incluya una coordinación técnica, humanística y administradora de recursos (materiales y financieros).

En cuanto a la participación en las decisiones fundamentales de las instituciones, se ha demostrado que el grado de participación de los docentes en funciones directivas es casi nulo y prácticamente ignorado. Bajo estas perspectivas, ser directivo escolar no es nada sencillo.

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Escrito en: directivo, formación, directiva, capacidades

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