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Comisión Nacional de los Salarios Pírricos

EDGAR ALÁN ARROYO CISNEROS

El trabajo, en un Estado democrático y constitucional, colma necesidades. Permite una vida digna, en que desenvuelven anhelos, sueños y deseos; en efecto, la dignidad es una suerte de premisa que se transforma en un estilo de vida. En países donde la democracia y el constitucionalismo están consolidados, los auténticos ideales de Marx (no los deformados) se materializan. Se soliviantan penurias; no así en México, en que, como los precios, no hacen sino elevarse.

Apenas hace dos días, en una de sus anuales e irrisorias sesiones, el elefante blanco denominado Comisión Nacional de los Salarios Mínimos (Conasami), aprobó un incremento en el salario mínimo diario de 4.0 por ciento para el 2008 que ya está a la vuelta de la esquina (y que traerá consigo una nueva escalada de precios y la lastimosa cuesta de enero que nos afecta a la mayoría de los mexicanos), a 52.59 pesos diarios para la zona A, lo que representa un avance de 2.02 pesos. Para las zonas B y C (a la que pertenece Durango), los nuevos salarios serán de 50.96 pesos y 49.50 pesos, respectivamente.

Contrastando el ?cuantioso? incremento de 4.0 por ciento con la inflación proyectada para mediados de 2008, el panorama no luce nada halagüeño, pues los precios subirán en un 4.5 por ciento, porcentaje que tiene como causa principal el ?gasolinazo? ya criticado, no debatido y aprobado, previa propuesta y posterior retractación del presidente (así con minúsculas) del empleo. En un país que, como se sabe, tiene a la mitad de la población en la pobreza, y a una tercera parte del total, en la extrema miseria, el salario mínimo no es ni siquiera una utopía; a lo sumo, es una fantasía anual presente en nuestros ?ingenieros financieros?.

La política económica del actual sexenio luce como un estrepitoso fracaso, que en el futuro mediato se ve nada alentadora. La muy sui géneris mezcla de políticas todavía neoliberales con una mala instrumentación de políticas sociales solamente ha engendrado problemas graves que repercutirán, indudablemente, en los bolsillos de los ciudadanos. Resumiéndola en una palabra, la macroeconomía mexicana es algo: inestabilidad.

La Comisión Nacional de los Salarios Mínimos encuentra su sustento constitucional en el artículo 123 de nuestro Código Político, específicamente en la fracción VI del Apartado A. Formada por representantes de los trabajadores, de los patrones y del Gobierno, tiene como finalidad la fijación de los salarios mínimos generales que regirán en las tres zonas geográficas en que para tales efectos se ha dividido al país. La Constitución incluso la faculta para poder crear ?comisiones especiales de carácter consultivo? que le puedan auxiliar en el mejor ejercicio y desempeño de sus funciones. Como el apreciable lector podrá observar, la misión de la Conasami luce muy bien en el papel, pero tal misión se tira por la borda cuando este organismo público (como casi todo en este país) se rinde ante los intereses de los poderosos y aprueba incrementos ridículos a los salarios.

Así pues, toda la labor de investigación, consulta, debate, promoción, diseño institucional, proyección de esquemas financieros, así como de participación ciudadana que realiza (porque lo realiza, queremos pensar) la Conasami, parece una tomadura de pelo si de antemano se sabe que los precios aumentarán más que los salarios mínimos. ¿Cómo se le explica al indígena de las zonas altas de Chihuahua o de lo más inaccesible de Oaxaca, a los albañiles, a los plomeros, a los electricistas, a los tantos y tantos trabajadores esperanzados en tener un mejor nivel de vida en éste, el país de las oportunidades perdidas? Quizá no haya explicaciones que ofrecer, pues todos estamos acostumbrados a las risas nerviosas y de lástima que año con año nos saca la Conasami.

Como la Conasami, organismo público descentralizado, existen muchos entes de Gobierno que deberían desaparecer, puesto que no dan soluciones sino conflictos y cargas innecesarias al erario. Como derecho fundamental, el trabajo se consagra en el inicio del propio artículo 123 constitucional, cuando se establece que ?toda persona tiene derecho al trabajo digno y socialmente útil?. ¿Será digno el trabajo si la carga es excesiva y la remuneración ínfima? ¿Será socialmente útil si el trabajador está harto de malas políticas, malos programas, malos gobernantes?

El camino hacia un Estado constitucional y democrático se antoja muy complicado en la realidad actual mexicana. Ya se ha hablado de la merma a los derechos fundamentales que implica la aprobación de reformas como la que autoriza cateos sin orden judicial. Amén de tales medidas policiales, el día a día de los mexicanos se trastorna. No todo luce mal, está claro. Sin embargo, menos claro es el que todo esté bien, como se ha pretendido.

Escrito en: tiene, luce, salarios, zonas

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