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Las razones

sergio sarmiento

?La gente no busca razones para hacer lo que

quiere hacer; busca excusas?.

W. Somerset Maugham

DAVOS, Suiza.- Buena parte del primer día formal de actividades en la reunión anual del Foro Económico Mundial se ha dedicado a tratar de entender las circunstancias de la actual crisis financiera mundial. Por una parte se ha hecho evidente que toda idea de que el ciclo económico ?con sus altas y sus bajas? pudiera haber quedado eliminado por la bonanza sostenida de los últimos años simplemente ha sido una ilusión. Por la otra, es obvio que los reguladores financieros y los empresarios de las ramas hipotecaria y bancaria cometieron algunos errores fundamentales.

Hace mucho tiempo que Estados Unidos o el mundo en su conjunto no sufren una verdadera recesión. Ésta se describe como una contracción económica ?no una simple desaceleración? con una duración de cuando menos dos trimestres. En este sentido estricto ni siquiera los trimestres posteriores a los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 se constituyeron en una verdadera recesión en la Unión Americana. Hubo contracciones en el Producto Interno Bruto en tres trimestres, pero no fueron consecutivos.

La mayoría de los participantes en la reunión de Davos de este año piensan que se aproxima una recesión en los Estados Unidos, pero esto es más producto de un temor vago acerca de que se acerca una situación negativa para la economía que de una verdadera proyección de que se acercan dos trimestres consecutivos de contracción económica. Los indicadores disponibles hasta este momento, sin embargo, siguen apuntando a que la economía estadounidense está creciendo. La economía del mundo, mientras tanto, mantiene un vigor bastante notable, en parte por el impulso de China y la India que se han convertido en las verdaderas locomotoras de la economía internacional en reemplazo de Estados Unidos.

Hay un acuerdo general, sin embargo, en el sentido de que algo ha salido mal. George Soros, el financiero de origen húngaro, y perenne participante en Davos, señalaba esta semana que el mundo está sufriendo la peor crisis de mercado de los últimos sesenta años.

Como en todos los casos de la historia, un exceso de confianza y de ambición se ha combinado con una burbuja especulativa para traer esta crisis al mundo. La burbuja especulativa principal ha sido la de los bienes raíces, cuyos precios han subido de manera inmoderada hasta niveles que simplemente se alejan de toda valuación real. Pero a esto hay que añadir las burbujas en los precios del petróleo y de los granos básicos, que se encuentran también en niveles extraordinariamente altos y que han contribuido a la crisis.

El desarrollo de instrumentos de bursatilización de deudas hipotecarias, que debió haber añadido solidez a los mercados, se convirtió paradójicamente en una fuente de incentivos perversos. Las empresas inmobiliarias tenían una motivación principal: la venta de casas. Ya no tenían que preocuparse siquiera de la recuperación de los créditos. Éstos se vendían a empresas especializadas en reempaquetar las hipotecas y colocarlas en los mercados financieros. Las instituciones financieras estaban felices de tener instrumentos para invertir con un rendimiento alto y un colateral sólido, un inmueble.

Hoy estamos presenciando en los Estados Unidos un desplome similar al que vimos en el mercado hipotecario mexicano en 1995 y 1996. Los compradores de casas se están dando cuenta de que deben más que el valor de los inmuebles y por ello simplemente los abandonan. Los bancos tampoco tienen interés en quedarse con inmuebles cuyo valor es negativo. Las casas sin pagar se están quedando vacías, con lo que se destruye un enorme capital.

Las pérdidas acumuladas por esta crisis inmobiliaria alcanzan ya cuando menos los 100 mil millones de dólares, y no sólo en Estados Unidos sino en muchos otros países del mundo.

Es difícil saber si esta crisis hipotecaria por sí sola puede generar una recesión en los Estados Unidos. La caída en la industria de la construcción es espectacular, como lo es la retracción en el mercado financiero que ha sustentado la mayor parte de las pérdidas. Otras industrias, sin embargo, siguen creciendo a buen paso? hasta ahora. Una reducción drástica del crédito, sin embargo, pondría en peligro a toda la economía.

El recorte de las tasas de interés en Estados Unidos ha ayudado a generar un cierto optimismo. Pero todos los especialistas coinciden en que el mal de fondo es muy profundo. De hecho, el pecado original radica en una economía en que tanto la población como el Gobierno gastan más de lo que ganan por lo que incurren en una deuda que crece cada vez más.

CONSECUENCIAS EN MÉXICO

Para Stephen Roach, economista en jefe Morgan Stanley, no hay ninguna duda. ?Mis buenos amigos mexicanos tendrían un gran problema con una contracción económica en Estados Unidos?. Efectivamente, la ida de que México puede quedar aislado de una recesión en su principal socio comercial no tiene sentido. Las cadenas de producción estadounidenses hunden sus raíces en la economía mexicana y la producción manufacturera es una de las primeras en ser afectadas por una recesión. El 80 por ciento de nuestras exportaciones se envían a Estados Unidos. Es verdad que México tiene un ambicioso programa de inversión en infraestructura para este 2008, pero esto no será suficiente para aislar al país de una recesión en la Unión Americana. Las buenas intenciones no evitarán las consecuencias.

Escrito en: Estados, economía, crisis, recesión

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