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El enemigo en casa...

Roberto Orozco Melo

Estados Unidos tiene elecciones presidenciales y legislativas este mismo año. Después ?¡uff...at last!? de una prolongada nociva estancia de George W. Bush en la Casa Blanca, los votantes participan con entusiasmo renovador en las ?elecciones primarias? conocidas como ?caucus? y diseñadas para tomar el pulso electoral a la sociedad estadounidense mediante la designación de delegados simples y ?superdelegados? ante las convenciones de los partidos Demócrata y Republicano.

No es un sistema transparente como podría pensarse, pues los mismos delegados electorales irán con voto predefinido mientras que los llamados ?superdelegados? podrían votar en noviembre por el candidato a la presidencia que más les cuadre a la hora de la hora: vale decir de estos últimos que tienen asiento y sufragio no comprometido en la convención demócrata y sus votos son susceptibles de manipulación, según vean el rumbo de las convenciones los mandamases y personeros de los grupos de poder económico en Estados Unidos. La fragilidad del sistema estadounidense fue puesta de manifesto en la reelección del presidente Bush hace tres años. Al Gore triunfó en la elección directa, pero la Suprema Corte de Justicia, dominada por republicanos, otorgó la victoria al actual Presidente, fundada en los votos de los superdelegados. Y aunque sea agua pasada que, dicen, no mueve molino (y sin embargo lo mueve), bien harán los demócratas en prevenir la repetición del numerito. Centrémonos en las elecciones primarias, donde existe una verdadera y dinámica pasión electoral entre partidarios de la señora Hillary Clinton y del senador Barack Omana, quien durante el reciente fin de semana obtuvo un repunte formidable sobre la que parecía ser invencible ventaja de doña Hillary, al grado de superarla en las cuatro entidades consultadas: Nebraska, Louisiana, Washington y Maine. No todo está escrito entonces. Qué hubiéramos dado en México por tener siquiera dos candidatos como esos en el año 2006. Por desgracia, y de ahí el final de película que medio animó las elecciones, aquí había puros medias cucharas. En Estados Unidos, me dice un amigo de Texas, la misma elección interna del Partido Demócrata podrá decidir el triunfo nacional: será presidente de USA quien gane entre Clinton y Obama pues los republicanos carecen del ?punch? electoral necesario en estos comicios, a Bush gracias.

Además el precandidato demócrata que sea elegido en la convención de su partido podría marcar un hito sin precedente en la historia de Estados Unidos: Clinton sería, en el caso, la primera mujer que desempeñara el cargo político más importante de la vecina nación; y de resultar triunfador Barack Obama éste llegaría a ser el primer político de ascendencia africana y estadounidense que habitara la Casa Blanca. En estos precandidatos existen capacidades que son imposibles de ignorar.

La senadora Clinton tiene vasta y profunda experiencia en los intríngulis de la política estadounidense y del mundo, además de un amplio conocimiento sobre los caminos que pueden conducirla al éxito; el senador Obama, por su parte, posee una fresca juventud y por ello la voluntad, decisión y pasión suficientes para plantear ante la nación los cambios necesarios desde el despacho oval de la Casa Blanca.

Otro aspecto que ahora llama la atención en la campaña electoral de los Estados Unidos es la cortesía política guardada entre ambos contendientes, distante de la elemental rijosidad del principio, que translucía tensión y constantes diferendos en los debates; lo cual pudiera ser normal, mas no en el grado de las mutuas descalificaciones vertidas por esos motivos. Hoy parecen ser otros y no los mismos aspirantes que con erróneas actitudes fertilizaban el crecimiento de los precandidatos republicanos.

Hay energía, movilidad y afán de triunfo en Hillary Clinton y Barack Obama. Persiste entre los votantes la voluntad de cambio en el poder presidencial de Estados Unidos, sobre todo en el asunto de la guerra de Irak que ha puesto la economía estadounidense a unos cuantos pasos de la peligrosa quiebra financiera. La clase media del vecino país se encuentra en crisis, y no se digan los millones de pobres que paradójicamente existen en el país más poderoso del mundo. Corifeos del riesgo, países como Brasil, México, Argentina, Chile y otros intentan blindar sus propias economías ante la eventualidad de un ?crack? mundial como efecto de la deflación económica en Estados Unidos.

Tenemos al enemigo en casa, podrían decir los estadounidenses al votar a los demócratas en aras de un cambio diametral para la política nacional e internacional de su país...

Escrito en: Estados, estadounidense, Clinton, electoral

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