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Spitzer

Gilberto Serna

En la historia que da a conocer el periódico The New York Times, se vincula al gobernador de Nueva York, Eliot Spitzer, de 48 años de edad, con una red de prostitución, en un servicio que ofrece mujeres en que las clasificadas de máxima categoría, en una calificación de uno a siete diamantes, cobraban cinco mil quinientos dólares por una hora de atención a un caballero. El hecho ha desatado un gran escándalo en los Estados Unidos de América. En lo que respecta a los mexicanos, debe llamarnos la atención que los hechos se hayan puesto al descubierto cuando las autoridades federales grabaron una conversación telefónica, que reveló el encuentro del político con una donairosa falena, en un hotel lujoso de la ciudad de Washington. Lo que daría lugar a que no se le prestara más atención es una nota roja para los diarios, si no fuera por el escándalo político a que dio lugar cuando se conoció el hecho, que ha producido la estrepitosa caída del mandatario.

Se especulaba desde hace días que, el político en cuestión, se vería en la necesidad imperiosa de dejar el puesto, dado que su permanencia, por el desdoro que ocasionó su conducta licenciosa, impediría el desarrollo normal de su función pública. El interés que despierta es enterarnos que hubo una intercepción telefónica o, dicho en el caló de los medios policíacos, que a este gober le pusieron pájaros en los alambres. Cualquiera que haya sido la causa que dio lugar a que le conectaran aparatos para escuchar las travesuras del gobernante neoyorquino, es lo de menos; lo importante es que deja en claro que allá es un recurso muy socorrido al que se recurre con fines de escuchar lo que de otra manera no estaría al alcance de los husmeadores. Este asunto ha provocado un sismo político que hizo que el alto funcionario se tambaleara teniendo como secuela el que se viera constreñido a renunciar, pues el escándalo era mayúsculo. En sus andanzas era identificado como el cliente número nueve.

Esto debe traernos a la memoria el sonado caso en el que figuró el ministro de Defensa británico John Profumo, en los años sesenta, cuando inició una relación sentimental con Christine que a su vez era amante de un espía soviético y mantenía tratos íntimos con otros hombres. El semanario británico Westminster Confidencial sacó el asunto a relucir, lo que desembocó en un proceso judicial que llevó al comienzo de rumores que vinculaban a la alta sociedad británica con la prostitución de lujo, las orgías y los bacanales. El primer ministro Harold MacMillan, quien dijo no estar enterado de que su ministro de Defensa estaba viviendo una aventura extramarital, renunció por motivos de salud al conocerse públicamente el lance sexual. Este asunto atrajo el deterioro de la imagen del partido conservador, lo que contribuyó a la victoria laborista en los siguientes comicios. Un colofón inesperado fue cuando en el 2003 Tony Blair consiguió que el Parlamento reincorporara a Profumo al Consejo Real del que había sido expulsado en 1963, ya anteriormente en 1995 la ex primera ministra, Margaret Thatcher invitaba a Profumo a su cumpleaños, lo que se consideró un claro gesto de su reconciliación con el partido conservador, lo cual hace sospechar que en lo acaecido en 1969 hubo mar de fondo.

Es de todos conocida la tendencia de ciertos hombres públicos a satisfacer placeres prohibidos cuando se está en el candelero, por lo que se hace uso de los servicios de una piruja, ramera, coima, meretriz, zurrona, mesalina, buscona, zorra, germana, daifa, barragana, cusca, maturranga, leperuza, suripanta, pupila, manfla, pelandusca, gamberra, mozcorra, huila y otras designaciones jergales que cita don Artemio de Valle Arizpe, en su obra El Canillitas, lo que alentó al gobernador de New York a descargar sus contenidas emociones en una pindonga de alta guisa. Cabe señalar que de acuerdo con las grabaciones no era la primera vez que el gobernante acudía a practicar esa pecaminosa experiencia, lo dijo la señora de la vida galante que le sirvió con su cuerpo: “No creo que él sea tan difícil”, refiriéndose a quejas de algunas de sus colegas sobre las exigencias eróticas del mismo cliente y otra de las chicas, Dijo “que él no hizo nada que no estuviera limpio”. En nuestro país, a diferencia de lo que sucede en los Estados Unidos de América, las más altas autoridades que administran justicia se encargan de exonerar a políticos que participan en iguales o peores excesos criminales, que no se conforman con contratar los favores de una cortesana profesional, sino que requieren de menores de edad para dar rienda suelta a su lascivia.

Escrito en: político, escándalo, lugar, ministro

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