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Sabiduría de la Biblia

Jacinto Faya Viesca

La hipocresía consiste en el fingimiento de cualidades o sentimientos y especialmente de virtud o devoción. Todo hipócrita está descentrado, pues en vez de preferir la virtud, persiste en el fingimiento a fin de salvar lo que desea aparentar, ya que en la realidad no es lo que aparenta.

Por lo general, toda persona malvada es incapaz de practicar la virtud, y cuando desea aparentar que es virtuoso, hace uso de la hipocresía, que siempre es un fingimiento y un vicio. Cuando el hipócrita no daña a otro ni tiene intención de dañar, se sigue comportando hipócritamente, solamente para disimular y encubrir sus malos instintos. Y es que toda persona hipócrita crónica tiene algún grado de maldad. A mayor maldad, mayor hipocresía, aunque hay casos en el que una persona es tan malvada, que ya no finge, sino que cínicamente y de manera abierta se comporta con toda maldad.

En el Evangelio de San Mateo 7.5, está escrito: “Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna del ojo de tu hermano”.

Es muy interesante lo que no dice la Biblia en el Antiguo Testamento, pues concibe de una manera diferente a la hipocresía. Dice Proverbios 26.23: “Plata con escorias esmaltada sobre arcilla son los labios dulces con corazón malo. 24.- El que odia, disimula con sus labios, pero en su interior hay perfidias. 25.- Si da a su voz un tono amable, no te fíes, porque hay siete abominaciones en su corazón. 26.- Encubrirá su odio con engaño, pero en la asamblea se descubrirá su malicia”.

Es una constante en la conducta de casi todos los seres humanos el fingir, ocultar lo real y aparentar lo que queremos que se mantenga oculto, pero sin pretender hacer daño. En este caso, podríamos hablar de una hipocresía sin real maldad.

En cambio, en el verdadero hipócrita es distinto: en ese caso, hay una intención de engañar, de mentir aparentando. Pero estos casos son una minoría, pues la gran mayoría de las personas son íntegras y les cuesta mentir. En esta gran mayoría, lo que sí se da es un fenómeno distinto a la hipocresía: la Insinceridad, que no es propiamente una mentira, sino simplemente consiste en no decir la verdad de una manera innecesaria e imprudente. De hecho, todos somos insinceros, pero si no lo fuéramos, las relaciones humanas cordiales serían algo imposible. Las buenas relaciones humanas exigen que sepamos manejar la verdad como si se tratara de verdadera dinamita. Muchas veces, decir la verdad de manera innecesaria es algo absolutamente imprudente y grosero. Bernard Le Bouvier expresó: “Si tuviere mi mano cerrada llena de verdades, me guardaría bien de abrirla”. Antes que andar diciéndole sus verdades a todo mundo, con lo que podemos ofender a muchas personas, muchísimo mejor sería tratar de cumplir con la sabia máxima de Shakespeare: “Antes que nada, sé verdadero contigo mismo”.

Lo que San Mateo nos quiere decir al referirse a la hipocresía, no es tanto el daño que causamos con nuestra conducta hipócrita, sino el daño que nosotros mismos nos hacemos al ser muy aguda nuestra vista para percibir la delgada paja en el ojo ajeno, y no ser capaces de ver la viga en nuestro ojo. Tenemos vista de lince para los demás, y vista de topo para nosotros. Es decir, que los humanos tenemos una poderosa tendencia a ver los errores y defectos en los demás, pero tenemos una escasa capacidad para ver nuestros propios defectos.

En cambio, en Proverbios de la Biblia, que pertenece al Antiguo Testamento, la hipocresía está conectada con la maldad. Por ello, nos previene en contra de “los labios dulces”, es decir, con las palabras tiernas que llevan la intención de dañarnos. En este sentido, la Biblia vincula la hipocresía a la adulación. No toda adulación lleva el propósito de dañarnos, sino que en la gran mayoría de la veces, el adulador simplemente quiere quedar bien o lograr algún beneficio.

Critilo nos advierte que la hipocresía, en principio, es la derivación de un carácter débil, aunque hay casos en que el malvado tiene que emplear la hipocresía a fin de cometer su ruindad. Nos dice Critilo que la insinceridad es un rasgo muy común entre nosotros, pero casi siempre lo es sin intención de dañar, pues nos resulta muy difícil manejar la verdad, cuando ésta es cruda.

Con tres reflexiones nos quedamos, nos dice Critilo: primero, ser muy cautos ante la hipocresía del malvado, pues la dulzura de sus labios lleva un propósito envenenado; segundo, que debemos manejar la verdad como si se tratara de explosivos; y tercero, que debemos entronizar la verdad, pero para nosotros mismos, a fin de mejorar nuestra vida y poder percibir la gran viga de madera en nuestro propio ojo.

Escrito en: hipocresía, pues, intención, gran

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