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El campo no aguanta más

José Santiago Healy

El presidente Felipe Calderón dedicó su primer año de gobierno a la seguridad y a restañar heridas dejadas por la administración Fox, pero sigue sin ocuparse a fondo de dos temas fundamentales para los mexicanos: el campo y la educación.

Es probable que el disparo en los precios internacionales de los granos provoque una recuperación ficticia del campo mexicano y que por lo mismo se posponga la cirugía mayor a este problema crónico y ancestral. Por ello es importante ventilarlo para que Calderón y sus colaboradores no se echen a la milonga como ha ocurrido en los últimos sexenios.

Del campo dependen muchas cosas como la alimentación del país, la paz social, el bienestar de millones de familias y el vergonzoso éxodo de paisanos a Estados Unidos. De entrada es sintomático que no exista información clara y oportuna sobre la productividad del campo en México.

Después de varios esfuerzos encontramos el portal oficial con información y estadísticas, pero ¡oh sorpresa! los datos más recientes corresponden al año 2005.

Aun así es fácil advertir que de 1995 al 2005 la producción agrícola de México sufrió una severa parálisis lo que en estos tiempos de alardes tecnológicos significa llanamente un retroceso, porque lo que se estanca no avanza y se pudre.

Bastan dos comparativos para ilustrar lo anterior: en el 2005 se sembraron 12. 4 millones de hectáreas de granos básicos pero en el 2005 las siembras se redujeron a 10.4 millones de hectáreas.

La producción de granos y oleaginosas fue en 1995 mayor a los 28 millones de toneladas mientras que en el 2005 llegó a poco más de 30 millones de toneladas. Se trata de un incremento pingüe del 9 por ciento en un lapso ¡de diez años!, durante el cual la población creció en un mayor porcentaje.

Si escudriñamos las estadísticas del campo llegaremos a la conclusión de que los gobiernos mexicanos han fracasado en sus políticas agrícolas, especialmente a partir de 1994 cuando el Tratado de Libre Comercio abrió la puerta a las importaciones masivas. Ha sido, pues, más cómodo negociar los precios de importación que desarrollar una dinámica de productividad en el campo mexicano. Sólo se salvan del atraso los productores de frutales y oleaginosas quienes con grandes esfuerzos han logrado abrir mercado en Estados Unidos y otros países del extranjero.

Fuera de estos productores con solvencia económica, la mayoría carece de apoyo oficial y se han visto obligados a cerrar su milpa para emigrar a la ciudad o a los Estados Unidos. Algo parecido ocurre en el sector educativo en donde no se conocen programas de fondo que intenten sacar a México de ese rezago estructural en el que se encuentra. Entre líderes sindicales y luchas magisteriales, México quedó atrapado en una especie de limbo escolar en donde la calidad de la enseñanza es terriblemente baja amén de que no existen planes para modernizar o al menos adecuar el sector a los nuevos tiempos.

Se salvan algunos sectores de la educación superior y la tecnológica gracias a programas en donde la intervención del sindicato magisterial y los gobernantes es mínima ya que se administran a través de patronatos o juntas directivas. Calderón arrancó su segundo año de gobierno con varios escándalos políticos, entre otros el tropezón de su delfín Juan Carlos Mouriño. Esperamos que tenga tiempo de solucionarlos para dedicarse a temas realmente sustantivos y trascendentes para México.

El campo y la educación ya no pueden esperar otro sexenio.

Escrito en: campo, millones, 0, Estados

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