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La imaginación es más poderosa que la inteligencia

Jacinto Vaya Viesca

Una positiva imagen que tengamos de nosotros, constituye un poderosísimo instrumento para nuestra felicidad y éxito; en cambio, una negativa imagen, nos conduce a la desdicha y al fracaso.

EINSTEIN, dijo, que la imaginación es más poderosa que la inteligencia. El francés RIVAROL, en su obra Máximas y Pensamientos, escribió: “Es más fácil para la imaginación componer un infierno con el dolor que un paraíso con el placer”.

SHAKESPEARE, en su obra Antonio y Cleopatra resaltó la impresionante fuerza de la imaginación al haber escrito: “La naturaleza no es bastante rica para rivalizar con la magnificencia de la imaginación”.

Si nos imaginamos incapaces, inadecuados, pensaremos y sentiremos que en verdad somos incapaces e inadecuados. Y no se trata solo de un pensamiento mentalista sin consecuencias físicas y químicas. No, por el contrario: cuando tenemos un pobre concepto de nosotros mismos, se alteran nuestras creencias, lo que a su vez, alteran nuestros sentimientos y conductas, lo que permite que se trastorne nuestra química cerebral. Las creencias negativas sobre nosotros, causan cambios físicos en nuestras redes neuronales.

Si partimos de un pésimo o pobre concepto de nosotros, se arraiga esta malsana idea en nuestro cerebro, de manera física y química, por lo que dejaremos esa creencia como la misma palabra de Dios. A partir de esta autoimagen destructiva, nuestro inconsciente, que no distingue la verdad o falsedad de nuestras creencias, empezará a orientar nuestras conductas y sentimientos a fin de probar que tenemos razón: que valemos poco y que somos unos pobres fracasados.

En esto consiste la “autoprofesía cumplida”: sentamos la premisa de que somos incompetentes y poco valiosos; a partir de esta falsa premisa, todas nuestras posteriores conductas se orientarán a que actuemos como incompetentes y poco valiosos, lo que, lógicamente, nos traerá resultados de fracaso. Estos resultados negativos nos “comprobarán” que teníamos toda la razón: que somos incompetentes y fracasados. Al fin, nuestra “autoprofesía” de derrotados se cumplió a cabalidad.

Un alumno piensa que es tonto, y así se comporta. El maestro le cree al alumno y no espera nada de él. El alumno capta que el maestro lo considera tonto, y así se comportará, obteniendo calificaciones muy deficientes; al final, el alumno y el maestro tenían la razón, aunque esto en el fondo sea totalmente falso. En una Universidad de Europa, en un salón de clases dividieron a los alumnos en dos grupos: uno el de los más aventajados, y el otro, los de menor aprovechamiento. A unos nuevos maestros que no conocían a estos alumnos, les encomendaron que les impartieran unos cursos, dividiendo a los alumnos en salones por separado, diciéndoles a los maestros cuales eran los aventajados y cuales los de menor aprovechamiento. Para sorpresa de todos, los alumnos que eran considerados como deficientes y que los presentaron a los nuevos maestros, como alumnos sobresalientes, obtuvieron muy buenas calificaciones; y en cambio, a los alumnos aventajados, pero que los presentaron como deficientes, no obtuvieron las buenas calificaciones de costumbre.

Por eso nos dice GOETHE, que debemos de tratar a las personas como mejores de lo que son, pues así se desarrollarán de manera óptima. Y en sentido contrario, si los tratamos como si fueran deficientes, en nada les ayudaremos.

Debemos de tener un enorme cuidado con nuestros hijos, amigos, o personas que colaboran con nosotros, pues si padecen de cierta inseguridad, nuestros juicios negativos sobre ellos los dañarán gravemente. Los maestros de EINSTEIN les decían a sus padres, que ya era tiempo para que su hijo hablara mejor, y que seguramente, padecía de algún retraso mental. Sabemos de cientos de científicos, empresarios, pintores, literatos, etc., que se pensaba que padecían de algún trastorno mental, dada sus deficientes calificaciones. Para sorpresa de sus maestros y padres, resultaron unos verdaderos gigantes.

Lo importante, nos dice CRITILO, es que la autoimagen negativa puede ser cambiada radicalmente, a una autoimagen positiva. Si se da este cambio, los resultados serán impresionantes. Vendedores con una autoimagen negativa y que muy poco vendían, al suplantar su autoimagen de fracaso por una autoimagen de triunfo, se convirtieron en vendedores exitosísimos.

La historia está llena de ejemplos de mujeres y hombres que al erradicar su autoimagen de fracaso, y hacerse de una autoimagen de triunfo, cambiaron no solamente sus vidas, sino el rumbo de las ciencias, el arte, la literatura, los negocios, y la propia historia.

No importa la edad, sexo, posición económica, cultural o social, para poder cambiar nuestra autoimagen. ¡Empecemos a reconocer nuestras reales capacidades y habilidades; démonos cuenta, que en nuestra existencia hemos conseguido algunos excelentes logros! Veámonos de una manera positiva y exitosa, y por supuesto, que al cambiar nuestra visión de fracaso por una visión de éxito, nos desempeñaremos con eficacia y triunfo.

Escrito en: autoimagen, nuestra, nuestras, alumnos

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