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¡Voto (electoral) por voto!

Francisco Amparán

Amigos, buen día: Dicen por ahí que las encuestas son una manera de mentir por medios matemáticos. En el sentido de que, incluso las elaboradas de acuerdo con criterios estrictamente científicos, y aplicadas de manera escrupulosa según los más depurados cánones, nunca se puede estar seguro, con total certidumbre, de que los resultados pronosticados serán los que se den en la vida real… la cual tiene la alarmante costumbre de ser impredecible.

Como que hay que recordar esta verdad de a kilo, especialmente en estos tiempos, porque luego hay gente que se va en la finta, y piensa no sólo que las encuestas son hechos inmutables y contundentes; sino, sobre todo, porque con frecuencia no se aclaran ciertos detalles. Y el diablo, bien lo sabemos, está en los detalles. Y por no dejar constancia de tan satánica presencia, sobra quien se sienta engañado por resultados que, piensa, fueron diferentes a los esperados. Un ejemplo claro: la mayoría de las encuestas realizadas durante las últimas dos semanas en los Estados Unidos, a nivel nacional, le dan una ventaja de entre tres y seis puntos porcentuales a Barack Obama. Faltando apenas cuatro semanas para el día crucial, puede parecer que el de Illinois anda en caballo de hacienda. A menos de que meta una pata colosal, es una ventaja bastante apreciable. Sin embargo, se trata de votos populares, los que la masa deposita en las urnas… que no son determinantes a la hora de los trancazos. Mejor dicho: no son los que cuentan realmente para dilucidar quién ocupará la Casa Blanca.

Y es que, como lo ha de saber el lector, la elección del Presidente norteamericano no depende de los sufragios populares, sino de los votos emitidos por un colegio electoral. Éste se conforma con un número igual al de los diputados y senadores por cada estado. Y, por regla general, quien gane cada estado se lleva todos esos votos electorales. El caso más famoso (y triste) es lo ocurrido en Florida en el año 2000: esa entidad, y sus 35 votos electorales los ganó George W. Bush por menos de 550 votos a boca de urna. Y con ello, ganó (de manera un tanto oscura, de acuerdo) las llaves de la casona del 1600 de la Avenida Pennsylvania. Ah, y en esa elección, Gore obtuvo un millón de votos populares más que W. Bush. Y para maldita la cosa que le sirvió. Así que si nos dicen que Obama tiene tres o cinco o seis puntos porcentuales de ventaja, la pregunta debe ser “¿En dónde?” Porque si ello ocurre en los 30 estados con menos votos electorales, aunque haya ahí una mayoría de la población, todavía puede perder la elección. Sí, ciertamente el sistema electoral de los vecinos resulta chocarrero. Pero nadie quiere entrarle al toro de cambiar una Constitución que lleva 230 años sirviéndoles. Con sus problemillas, sí. Pero como dicen los clásicos: mejor no menearle. Éste, amigos, éste es nuestro mundo. Que tengan un buen día.

Escrito en: votos, encuestas, manera, que,

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