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Un recinto para explorar

Javier Guerrero Romero

Para Mayela del Carmen

Bajo el impulso de un proyecto de cultura que buscaba como eje de desarrollo el reconocimiento y difusión de nuestra identidad, el Gobierno del Estado inició en 1993 un intenso programa para recuperar y provocar la participación de la comunidad de los valores, tradiciones, costumbres e historia que contribuyera a fortalecer la identidad regional.

En ese contexto se diseñaron y ejecutaron desde ese año diversos programas que dieran respuesta a esas políticas culturales que el Ejecutivo del estado había delineado. Así nació el Programa Estatal de Museos y Exposiciones. Se definieron con precisión los diferentes museos y salas de exhibición que eran deseable y posible realizar.

A partir de 1993 también se impulsó y financiaron los trabajos de rescate y exploración del sitio arqueológico de Ferrería, para los que se contó de manera decidida con la colaboración de la delegación estatal del INAH, quien asignó al arqueólogo Arturo Guevara, quien encabezó los trabajos que se realizaron en los siguientes años.

Entonces se pensó que a partir de las excavaciones, sería factible realizar un museo arqueológico que ayudara a comprender las raíces culturales prehispánicas de Durango. Los trabajos de exploración del sitio arqueológico permitieron, afortunadamente, el rescate y puesta en valor del sitio, que aunque había sido excavado a mediados del siglo XX, había permanecido largos años abandonado. Lamentablemente, los objetos arqueológicos que se lograron recuperar fueron mucho menos de los esperados, por lo que no fue posible realizar el museo que se pretendía para la ciudad. No obstante la entonces Coordinación Estatal de Museos y Exposiciones realizó a fines de 1994 una magna exposición en el Teatro “Ricardo Castro”, donde se exhibieron los objetos recuperados.

NACIMIENTO DE UN RECINTO

A partir de 1996 se buscaron diversas estrategias para poder realizar en Durango un museo arqueológico que contribuyera a fortalecer el conocimiento de las culturas indígenas prehispánicas, y con ello generar un auténtico espacio que contribuyera a que los duranguenses se sintieran orgullosos de su pasado, además que contribuyera al fomento del turismo.

A principios de 1997, la entonces Dirección de Asuntos Culturales, antecedente del actual Instituto de Cultura del Estado, promovió la creación de un museo arqueológico a partir de la exhibición permanente de colecciones privadas, debido a que las colecciones públicas, o eran muy escasas como la reunida en las excavaciones del sitio de Ferrería, o no era posible obtener su traslado definitivo a Durango, como las almacenadas en las bodegas del Instituto Nacional de Antropología e Historia en la Ciudad de México.

A mediados de 1997, los prestigiados doctores Jaime Ganot Rodríguez y Alejandro Peschard Fernández, apasionados investigadores y reconocidos a nivel internacional por sus aportaciones al estudio arqueológico de Durango, decidieron autorizar al Gobierno del Estado a exhibir de manera permanente su vastísima colección de más de tres mil piezas arqueológicas que, debidamente registradas ante las autoridades federales, tienen bajo su resguardo y custodia.

Los doctores Ganot y Peschard se acercaron a la Dirección de Asuntos Culturales para establecer las estrategias y mecanismos que se seguirían para lograr efectivamente la realización del museo. Previamente se decidió imprimir un amplísimo estudio que ellos mismos habían realizado, que ayudaría a comprender mejor el desarrollo de las culturas prehispánicas en Durango y en la Mesa del Norte en general.

UN LUGAR DIFERENTE

Avanzada la construcción del Conjunto Cultural Durango en el ex Internado Juana Villalobos, se decidió destinar uno de sus 17 edificios al Archivo Histórico del Estado, por lo que el inmueble que anteriormente ocupaba el Archivo en el centro de la ciudad, por acuerdo del Lic. Maximiliano Silerio Esparza, entonces Gobernador Constitucional del Estado, se destinaría para la realización del Museo Arqueológico de Durango.

De acuerdo con los doctores Ganot y Peschard, poseedores de la colección que se habría de exhibir, se inició la planeación para la realización del museo en el edificio señalado.

Se llamó al arqueólogo Peter Jiménez para que participara en el desarrollo del museo. El arqueólogo Jiménez y los doctores Ganot y Peschard definieron el guión museológico, es decir, la historia y secuencia que el museo explicaría al visitante. Por otra parte junto con Peter Jiménez, diseñamos el guión museográfico, que es la forma en que se va a contar la historia que el museo quiere narrar.

Lo intrincado del edifico hizo que el diseño museográfico que realizaríamos se convirtiera en un auténtico reto, pero a su vez se transformaría en el distintivo que haría, justamente, que este museo fuera diferente y se colocara a la vanguardia de los museos arqueológicos del país. El trabajo técnico y profesional de Fabrico Porras, Jesús Alvarado, Heraclio Reveles y todo el equipo de la Coordinación Estatal de Museos y Exposiciones, bajo la dirección de Mayela del Carmen Torres Meléndez, fue definitivo.

Para la realización de este museo se utilizaron nuevas técnicas en museografía. Es un museo con un lenguaje accesible, tanto visual como escrito. La museografía es un trabajo meramente artesanal, realizado con esmero, sin poner en riesgo el patrimonio cultural, mostrando a las piezas arqueológicas de una manera atractiva, donde se eliminan los tradicionales capelos o vitrinas, para captar de una manera más atractiva y lúdica la atención del visitante de todas las edades.

Finalmente y tras cerca de un año de intensos trabajos, el 3 de agosto de 1998 abrió sus puertas este recinto que en justicia lleva en su nombre los apellidos de los coleccionistas que generosamente decidieron compartir con la comunidad sus conocimientos y tesoros. Desde entonces el Museo de Arqueología de Durango Ganot-Peschard es punto obligado para visitar en nuestra ciudad.

UN RECORRIDO POR SUS SALAS

El medio físico. Al llegar al museo se encontrará una primera sala ubicada en el propio patio de la vieja casona, allí en un gigantesco diorama podrá conocer las diferentes regiones del estado para comprender mejor el desarrollo de las diversas culturas.

Lítica. Aquí encontrará una amplia colección de puntas de flecha y otros instrumentos líticos o de piedra, pero sobre todo el visitante podrá reconocer a través de un campamento lítico, ambientado con ingeniosos fantasmas, la forma en que los hombres prehispánicos se reunían, y los vestigios que dejaban alrededor de una fogata, tal como la encuentran los arqueólogos. En otro muro podrá reconocer a través de un grupo de manos que emergen de la pared, los procesos de fabricación de los instrumentos de piedra.

Loma San Gabriel. En este lugar encontrará una reproducción muy atractiva de una cueva, vista desde el interior, en la que podrá reconocer los objetos de uso cotidiano de los habitantes de estos lugares. A un lado en un abrigo rocoso se encuentra la reproducción de un campamento de esta cultura, donde se aprecian los cimientos y la forma de cubrir el espacio.

Chalchihuites, Guadiana y Aztatlán. Estas tres salas unidas físicamente entre sí se caracterizan por su diseño museográfico logrado a partir de largas columnas, que recuerdan el elemento característico constructivo de los centros ceremoniales de estas culturas, columnas que a su vez sirven de vitrinas para exhibir la colección arqueológica. Aquí encontrará una gran colección de cráneos con deformaciones inducidas, que hablan de las tradiciones culturales de los indígenas, así como importantes piezas de otros orígenes, localizadas en la región que apoyan las tesis del intenso contacto comercial con el occidente.

Pintura Rupestre. Esta sala de diseño modernista permite transitar por una especie de laberinto donde el visitante encontrará diferentes manifestaciones del arte rupestre en el estado. En el piso localizará la cédula explicativa de cada una de ellas, que a su vez son colocadas en una posición aproximada a la localizada de manera original.

Método Arqueológico. Esta sala es un viaje retrospectivo en el tiempo histórico de Durango a través de una exploración arqueológica, protegida por una gruesa lona. Esta sala da la sensación al visitante que efectivamente se adentra en los intrincados pasillos de exploración de los arqueólogos. Así va descendiendo paulatinamente y reconociendo los vestigios culturales que previamente vio en las salas anteriores, hasta descender a una profundidad tal que se adentra en una caverna y dentro de ella desciende aún más en el tiempo geológico para encontrar restos de grandes mamíferos, dinosaurios e incluso las primeras formas de vida del Precámbrico.

FICHA TÉCNICA

UBICACIÓN: Se encuentra ubicado en la calle de Zaragoza 317 Sur, en pleno Centro Histórico, a dos cuadras y media de la Plaza de Armas.

VISITAS: Es conveniente que solicite una vista guiada, le hará más atractiva la visita. En el museo se programan de manera regular diversas actividades culturales, en la taquilla le pueden informar con gusto.

OTROS SERVICIOS: Dispone además de una tienda de regalos, recuerdos y libros, así como de bebidas refrescantes.

HORARIO: Se encuentra abierto de martes a viernes de 10:00 a 18:00 horas. Sábado y Domingo de 11:00 a 18:00 horas. Los lunes permanece cerrado.

Escrito en: museo, manera, arqueológico, colección

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