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La puerta cerrada

Gilberto Serna

La imagen del hombre besándose con su señora frente a las puertas del Vaticano indicaba que algo no estaba bien. ¿Era una actitud de desafío a la autoridad papal? Si así fuera sólo a Vicente se le pudo ocurrir. No era un político en el amplio sentido de la palabra, pero sí muy ocurrente. Se jactaba de haber sacado al PRI de Los Pinos, cuando en realidad eran los errores de los priistas los que habían llevado, al hasta entonces invencible, al pie del cadalso. Lo conocí físicamente en una de sus visitas a Saltillo. Se veía desmañado, precedido de una fama de gran estabilidad emocional a la que no honraba, mientras permanecía sentado, moviendo sus grandes manos. Andaba en camisa, el gabán lo había dejado en algún lado, con él se sentía incomodo, tenía la sensación de estar adentro de una camisa de fuerza. Las botas, de cañas altas, eran su lujo, con perneras apretadas, camisa a cuadros y un sombrero de tres piedras con ala ancha al estilo vaquero, con aires a la Gary Cooper, cabalgando quitadote de la pena. Más parecía afamado ranchero, que dirigente de hombres, aunque no fuera ni una cosa ni otra.

El Tribunal de la Rota Romana ejerce una justicia eclesiástica lo más alto de la Iglesia Católica, después del Tribunal Supremo de la Congregación para la Doctrina de la Fe y el Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica. Se le llama de la Rota porque los jueces rotan en el ejercicio de sus funciones de forma que en apelación puede ser el mismo tribunal el que estudia la causa, pero con distintos jueces que cambian según el turno que establece el juez decano. La primera regulación de la Rota data del año de 1331. Está formado por prelados auditores nombrados por el Papa. Para cada causa se constituye un colegio que consta de tres jueces, uno es presidente instructor y ponente, lo que da lugar a un turno de modo rotatorio. Hay abogados que teniendo la licenciatura en Derecho Canónico llevan un curso de tres años para obtener el título de Abogado Rotal que les habilita para litigar en la Rota Romana y en los tribunales eclesiásticos de todo el mundo. Vicente Fox, de él trata esta colaboración, fue representado en el proceso de anulación, que duró seis años ocho meses, por un abogado rotal, en tanto Lilián de la Concha, su esposa original, no tuvo abogado. En la etapa final se le asignó uno de oficio rotal.

Las partes rindieron sus pruebas. Se trataba de determinar si el matrimonio era anulable, llevándose el procedimiento directamente a la Rota Romana por tratarse de un jefe de Estado. Hubo dos peritos en materia psicológica y psiquiátrica. Fox adujo que Lilián padecía problemas psicológicos, esto es, trastornos graves de personalidad, que los peritos no encontraron en la demandada. En cambio, examinado Vicente, se halló que tiene desórdenes de personalidad histriónica o histérica presentando un cuadro inconsistente y excesivo de buscar llamar la atención “Este patrón se presenta desde la adolescencia y está presente en diferentes contextos… son inconformes y se sienten no apreciados cuando no son el centro de atención… tratan de llamar la atención hacia su persona y pueden encantar a nuevos conocidos con su entusiasmo y aparente apertura y simpatía… son incompetentes sexualmente… utilizan su apariencia para atraer la atención... falta a estas personalidades toda emoción propia y verdadera… incapaz de ninguna relación afectiva, verdadera o realmente profunda…”. Además, se le encontró a Fox un acentuado y grave narcisismo, desorden de la personalidad que los textos especializados definen claramente como un mitómano.

Da la impresión de que el peritaje del Vaticano tuvo la finalidad de exhibirlo por su comportamiento anterior, cuando renegó de la autoridad del Papa que se negó a recibir a su pareja por considerar que vivían en pecado ante los ojos de la Iglesia. En fin, grandote, desparpajado, quizá le hubiera gustado ir a la meca del cine, en que se ha convertido Durango. Pero, había algo en sus ojos que desmentía estuviese preparado para desempeñar la titularidad del Poder Ejecutivo. Es posible que de niño el castigo de sus mayores trajera consecuencias. Quisiera dar cuenta de que hubo traumas que trascendieron a su edad adulta. Si los hubo, su cara los ocultaba con regular éxito, sólo descifrable por los entendidos. Sus ojos, que son el espejo del alma, mostraban que había algo que no estaba en su lugar. Tan es así, que la Sacra Rota Romana falló otorgándole la anulación de su lazo matrimonial con su primera cónyuge, que promovió con la evidente intención de contraer nupcias con su actual compañera Marta Sahagún. No demandó la disolución conyugal basado en una causal de divorcio, que podría haber implicado una reconvención o contrademanda, dada su boda civil con Marta. Al parecer hay una inseguridad manifiesta por lo que necesita a su lado una mano de hierro. Una sombra en sus pupilas, si uno se fija bien, deja ver sus titubeos, su miedo a enfrentamientos, su terror a verse en un cuarto oscuro con la puerta cerrada.

Escrito en: Rota, Romana, Tribunal, tres

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