Editoriales

Ejecutados

Sergio Sarmiento

Ni siquiera las cifras oficiales cuadran, pero aunque los números no sean precisos la vista panorámica es espeluznante. El secretario de Seguridad Pública federal, Genaro García Luna, señaló el 7 de diciembre en el Foro de Especialistas Internacionales de Inteligencia en Inteligencia y Seguridad que del 1ro de diciembre de 2006 al 25 de noviembre de 2008 se registraron 6,943 ejecuciones en el país, vinculadas casi todas con la delincuencia organizada (Milenio, 8/12/08).

Un día después el procurador general de la República, Eduardo Medina Mora, afirmaba en una reunión con corresponsales extranjeros que el número de asesinatos vinculados con el narcotráfico se ubicó en 5,376 entre el 1ro de enero y el 2 de diciembre de 2008. Esto representaría un aumento de 117 por ciento sobre los homicidios relacionados con el tráfico de drogas del año anterior (El Universal, La Crónica, 9/12/08).

¿Se usa el mismo criterio para definir ejecuciones y asesinatos relacionados con el narcotráfico? Es difícil saberlo. Las propias cifras de la Secretaría de Seguridad Pública están tomadas de noticias que se publican en los periódicos del país y no de averiguaciones previas o de alguna fuente oficial. Los propios medios de comunicación tienen registros diferentes sobre las ejecuciones. Y muchas veces no hay forma de distinguir entre un homicidio común y corriente, como el que puede tener lugar en un robo o en un arrebato pasional, y una ejecución. Según el segundo informe de gobierno del presidente Felipe Calderón, México tuvo en el 2007 un total de 28,877 homicidios. Muchos de ellos no fueron ejecuciones, pero su efecto trágico es el mismo.

¿Qué significa tener 7,000 ejecutados en dos años o 28 mil homicidios en uno solo? Las comparaciones pueden ser injustas, pero ciertamente son contundentes. En el atentado terrorista contra el World Trade Center de Nueva del 11 de septiembre del 2001, el mayor ataque terrorista en la historia de la humanidad, se registraron, según el gobierno de la ciudad de Nueva York, 2,752 víctimas mortales. Por otra parte, el número de soldados estadounidenses muertos en combate en la guerra de Iraq desde el 19 de marzo del 2003 hasta el 4 de diciembre de este 2008, cinco años y medio, es de 3,397 (antiwar.com/casualties).

Cuando los políticos utilizan el símil de que se está librando una guerra contra el narco tienen razón cuando menos en la mortandad que está sufriendo nuestro país. El número de víctimas mortales que se acumulan cada año en México de ejecuciones o de asesinatos vinculados con el narcotráfico es superior al que se registra en algunas guerras.

Mucho se ha dicho que la mayoría de las víctimas de estas ejecuciones son personas relacionadas de una manera u otra con el narco. Ésta es, sin embargo, una forma fácil de menospreciar las vidas que se están perdiendo. Cuando llegamos a tener información sobre algunos de los ejecutados nos sorprendemos. Muchas veces se trata de campesinos presionados para cultivar droga por un grupo u otro; no es fácil para un campesino negarle el uso de su tierra a un capo.

En septiembre supimos del caso de 22 albañiles secuestrados y ejecutados. Después nos enteramos que su relación con el narco es que se les había obligado a participar en la construcción de un narcotúnel. En noviembre fueron levantados 16 jornaleros de un rancho cercano a Culiacán. Los campesinos fueron en esta ocasión liberados. Se especula que su pecado fue haber trabajado en un rancho propiedad de un pariente de un narcotraficante, pero la producción del rancho era simplemente de hortalizas. Cada vez que un policía es ejecutado se le acusa de ser cómplice del narco, pero en muchos casos simplemente cumplían con su deber.

Con creciente frecuencia, por otra parte, nos enteramos de personas que son ejecutadas o levantadas por error. También hemos sabido de muchos civiles que caen víctimas de fuegos cruzados. En este pasado noviembre un niño de seis años fue alcanzado en su escuela por una bala perdida; el niño falleció a principios de diciembre. México se encuentra ante uno de los principales retos de su historia. La inseguridad que estamos viviendo supera todo precedente reciente. No podemos desdeñar las ejecuciones y la violencia bajo el argumento de que es una simple indicación de que estamos ganando la guerra contra el narcotráfico. No hay ninguna señal, de hecho, de que esté bajando el consumo de la droga o la producción o el flujo de drogas por nuestro país. Lo único que estamos ganando es un aumento inquietante en los índices de violencia.

¿ESTANFLACIÓN?

Hasta ahora nuestras autoridades han esperado que la economía mexicana se escape de una recesión y tenga sólo una desaceleración en el 2009. Pero quizá esto sea demasiado optimista. Si bien la economía mexicana sigue registrando una expansión pequeña en este 2008, la serie mensual del indicador global de actividad económica, que es una especie de adelanto de las cifras del producto interno bruto, mostró declinaciones de 1.07 por ciento y 0.98 por ciento en agosto y septiembre. Mientras tanto, la inflación alcanzó 1.14 por ciento en noviembre, la cifra más alta desde enero del 2000. Podríamos estar entrando a un periodo de estanflación.

www.sergiosarmiento.com

Escrito en: ejecuciones, diciembre, víctimas, estamos

Noticias relacionadas

EL SIGLO RECIENTES

+ Más leídas de Editoriales

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas