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El violador eres tú

La costilla rota

El violador eres tú

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MAR GRECIA OLIVA GUERRERO

En noviembre de 2019, activistas de la colectiva feminista chilena Las Tesis crearon una canción interpretada en un performance, cuyo poderoso significado la llevó a convertirse en un fenómeno mundial, replicada en al menos 14 idiomas distintos e interpretada en plazas públicas de cientos (o tal vez miles) de ciudades de todo el planeta.

La canción y performance denominados "Un violador en tu camino" y mejor conocida como "El violador eres tú" que seguramente usted, amable lectora o lector, está tarareando o cantando en su mente al momento de leernos, no fue de ninguna manera una pegajosa ocurrencia. Las Tesis, autoras de la letra de "Un violador en tu camino", habían estudiado, analizado y sintetizado una cantidad considerable de textos sobre pensamiento feminista que profundiza sobre las condiciones a las que las mujeres nos enfrentamos ante el sistema patriarcal, pero puesto en palabras comprensibles que permitieran emprender una protesta que generará conciencia, explicando a los indiferentes o a los escépticos algunas de las principales violencias con que somos oprimidas desde hace siglos.

Para muchas y muchos, la viral protesta fue inspiradora, un momento histórico de unidad de las mujeres en todo el mundo para reconocerse y demandar a todos los gobiernos el inicio de acciones puntuales para prevenir, castigar y erradicar la violencia sistemática contra las mujeres por el hecho de ser mujeres, partiendo de la comprensión de las condiciones que nos llevan a estar en una desigualdad social que se incrementa con la existencia de condiciones como la pobreza, la marginación, la falta de educación, la discapacidad, la privación de la libertad o la orientación sexual.

Para otros, esta protesta fue molesta y ridícula pues se sintieron aludidos. Hay quienes siguen argumentando con desprecio a la causa que la violencia es igual para hombres y para mujeres, y prefieren seguir culpando a las víctimas. No les parece cómodo cuando las activistas les señalan que las mujeres podemos irnos de copas con las amigas o amigos, que deberíamos poder andar solas en las calles sin miedo a ser violentadas, torturadas o desaparecidas, que tenemos derecho a ejercer plena y libremente nuestra vida sexual, que podemos vestirnos como se nos pegue la gana y desarrollar nuestra personalidad desde la autonomía, y fueran como fueren estas decisiones, aún nadie tiene derecho de acosarnos, de agredirnos o de violarnos. A través de los siglos, cuando una mujer es agredida sexualmente, los hombres, el patriarcado y la sociedad, buscan a toda costa culpables que descarguen de alguna manera la responsabilidad que tiene el Estado en la inhibición de este tipo de conductas criminales y en la falta de impartición de justicia. La culpa la tienen las madres por no cuidar de sus hijas, dicen; la tenemos las mujeres por vestirnos de una u otra manera, aseguran; nosotras nos lo buscamos por "coquetas", por ingenuas, por crédulas, por no quedarnos encerradas en lo privado, el único espacio a donde supuestamente las mujeres pertenecemos para estar seguras. Lo cierto es que todos los días la nota roja nos recuerda que ya ni siquiera en nuestras casas podemos tener la certeza de que nosotras o nuestras niñas o niños estemos a salvo de que algún amigo o familiar, llámese primo, hermano, tío o padre pueda cometer el terrible acto de trasgredirnos sexual o físicamente en la impunidad que dan quienes prefieren mantener un status quo familiar antes que defender a las víctimas y denunciar a los culpables. Cuántas veces hemos escuchado "tal o cual no puede ser violador porque es mi amigo, porque es un caballero, porque es nuestro amoroso padre o maestro, porque es nuestro querido hijo, sobrino o ahijado". Es hora de abrir los ojos y entender que el aliado, hijo, padre o esposo de alguna de nosotras puede ser el agresor de otra. Así son los criminales: siempre o casi siempre, se buscan una buena coartada para mantenerse impunes y su círculo cercano en negación (o complicidad) empiezan a construir de todo en sus mentes para responsabilizar a las víctimas o a sus familias. "Y la culpa no era mía, ni dónde estaba, ni cómo vestía", dicen Las Tesis.

El único culpable de una violación es el violador y hay que repetirlo varias veces para que esto se entienda. Hay que comprender también que a las víctimas de violación, abuso y acoso se les revictimiza cuando no se les hace justicia. Se les violenta en los ministerios públicos que exprimen en las declaraciones el dolor de las víctimas y luego no se les judicializa sus carpetas. Se les violenta una vez más cuando por arreglos políticos o sobornos se desechan los casos o se ordena congelar las investigaciones. Ese tipo de Estado que no juzga con perspectiva de género y que no combate la impunidad es perpetuador de la violencia contra nosotras. "El Estado opresor es un macho violador", nos ilustran las activistas.

Basta de encubrir agresores sexuales. Empecemos a creer en las víctimas, a darles un acompañamiento digno y a dejar de revictimizarlas. Dejemos de buscar culpables alternativos a estas violencias. Dejémosles de enseñar a nuestras niñas que es su responsabilidad cuidarse del lobo; mejor enseñémosle a nuestros hijos a no ser lobos y exijámosle al Estado seriedad y compromiso para prevenir, esclarecer y castigar los delitos por violencia sexual, CAIGA QUIEN CAIGA.

*Malas mujeres*

El pasado 12 de julio se celebró en México el Día de la Abogacía, por lo que me es preciso dedicar este espacio a todas las mujeres que, desafiando el estigma histórico que tienen las leyes como objeto de estudio reservado exclusivamente para los hombres, se han atrevido a ser extraordinarias abogadas, investigadoras y defensoras de las mejores causas en Durango.

No terminaría de mencionarlas a todas, pero sirvan estas breves letras para honrar la rebeldía de Julieta Hernández Camargo, Paloma Barraza Cárdenas, Claudia Castillo, Dimna Hernández, María Eugenia Campos Závala y Gaby Hernandez, feministas quienes, desde sus trincheras, abren caminos para heredar a las futuras generaciones de mujeres senderos de mayor libertad y mejores condiciones para lograr la emancipación de todas. Se va a caer, compañeras.

@mar_grecia

Escrito en: La Costilla Rota mujeres, violador, violencia, Estado

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