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Más allá de la foto: Biden y AMLO, una relación necesaria

Más allá de la foto: Biden y AMLO, una relación necesaria

Más allá de la foto: Biden y AMLO, una relación necesaria

JORGE RAMOS

Hay veces en la diplomacia en que un encuentro breve: darse la mano, tomarse la foto, sonreír y luego irse es suficiente. Eso pasa cuando los países en cuestión, más allá de la historia compartida, las afinidades o discrepancias, se necesitan. Ese fue el caso de la reciente reunión entre los presidentes de México y Estados Unidos: Andrés Manuel López Obrador y Joe Biden se sentaron juntos, hablaron, posaron para fotografías en la Oficina Oval de la Casa Blanca y luego sacaron una declaración conjunta. El canciller mexicano, Marcelo Ebrard, tuiteó una de esas fotos en las que los mandatarios aparecen sonrientes, y añadió: "En resumen".

Exactamente.

Hubo algo más que fotos. El presidente mexicano expuso cinco puntos de cooperación -leyendo un discurso en español frente a la prensa que duró casi media hora, mientras se lo traducían a un paciente Biden, y Estados Unidos se comprometió a invertir 1500 millones de dólares en infraestructura fronteriza. Pero quizás lo más importante de ese fugaz encuentro fue que AMLO y Biden se vieran cara a cara. Esta reunión exprés -encajada horas antes del viaje de Biden al Medio Oriente- se dio luego de que el presidente mexicano se rehusara ir a la Cumbre de las Américas en Los Ángeles debido a que Biden no invitó a los dictadores de Cuba, Venezuela y Nicaragua.

Tras el desaire vino la reconciliación. Sucinta, sin bombo y platillo, sin grandilocuencia, pero ineludible.

Al final los presidentes dijeron lo de siempre: que van a trabajar juntos, etcétera, etcétera. Hubo un trato respetuoso entre los dos y no se acrecentaron las tensiones, que estaban presentes (además de no ir a la cumbre de Los Ángeles, AMLO fue uno de los últimos mandatarios en felicitar a Biden por su victoria electoral y poco antes de su visita, el presidente mexicano sugirió desmontar la Estatua de la Libertad).

La relación asimétrica entre Estados Unidos y México -la mayor economía del mundo y la decimoquinta, que batalla ahora con el duro impacto de la pandemia- está permanentemente plagada de problemas y desacuerdos. La historia pesa y se resiente: México perdió la mitad de su territorio en 1848 tras la invasión estadounidense. Y esa frontera -joven y porosa-, como lo dijo el escritor Carlos Fuentes, nunca ha dejado de ser una "cicatriz que sangra".

Pero al margen de sus posibles desavenencias y una relación que no parece la más calurosa, AMLO y Biden tienen cosas importantes en común: son líderes proinmigrantes; ninguno de ellos puede, aunque tengan voluntad política, controlar lo que está pasando en la frontera, y, por último, los dos saben que ambos países están entrelazados por su geografía y sus circunstancias.

AMLO, por su parte, tuvo un recibimiento calurosísimo por parte de paisanos mexicanos que lo siguieron en todas sus actividades en Washington. Desde su balcón en el hotel Lombardy en la capital estadounidense, el presidente mexicano le gritó a un grupo de inmigrantes que se les "quiere muchísimo" y resaltó el envío masivo de remesas a México. ¿Cómo no quererlos si están ayudando a la golpeada economía mexicana? En los primeros cuatro meses de este año los mexicanos enviaron a su país más de 17.000 millones de dólares (un aumento del 17 por ciento respecto al mismo periodo en 2021).

Biden, por otro lado, parece intentar cumplir con sus promesas de campaña. Lo primero que hizo al llegar a la presidencia fue enviar una propuesta para legalizar a millones de personas indocumentadas. Hasta el momento, todo quedó en simbolismo: en el Congreso no hay los votos necesarios para aprobarla. Pero Biden no es Trump. Y la política oficial estadounidense ya no es deportar a las personas solo por ser indocumentadas, según anunció en septiembre el secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas. Aunque la realidad es mucho más compleja y las deportaciones en la frontera continúan, creo que Biden firmaría mañana mismo una reforma migratoria si le llegara a su escritorio.

Pero la realidad actual supera a ambos líderes: las olas migratorias los han desbordado. No pueden con ellas. Y es muy probable que tampoco podrán hacerlo en el futuro próximo. El hambre, la falta de oportunidades y la violencia y el crimen son mucho más fuertes que el riesgo de cruzar el río Bravo, el desierto de Arizona o las montañas de California.

Algunos datos. En el mes de mayo cruzaron ilegalmente más de 239,000 personas de México hacia Estados Unidos. Más que los 234.000 que cruzaron en abril. Son cifras sin precedentes. Ahora multipliquen cualquier de esas cifras por 12 y verán lo que se espera este año.

Ni Biden ni AMLO pueden controlar esos flujos migratorios. Son mucho más grandes y poderosos que cualquier muro, que cualquier patrulla fronteriza o guardia nacional, que cualquier ley y que cualquier pacto de cooperación. Tenemos, finalmente, que reconocerlo: la realidad en la frontera es abrumadora. Millones de personas seguirán cruzando la frontera, con y sin documentos. Controlar totalmente la migración no es realista. Lo que es posible es tratar de hacerla más manejable y, con esperanza, más compasiva y generosa.

Eso lo saben AMLO y Biden y por eso se necesitan mutuamente.

Luego de la reunión en la Casa Blanca, le pregunté a Juan González -uno de los principales asesores sobre América Latina para el presidente Biden dentro del Consejo Nacional de Seguridad- cómo describiría la relación entre México y Estados Unidos, y me contestó: "Es necesaria y es una de las relaciones más importantes que nosotros tenemos, sin importar el tema". No dijo amistosa, maravillosa o ejemplar. Dijo "necesaria".

Eso es. México y Estados Unidos se necesitan. Biden y AMLO se necesitan. Como dos vecinos que saben que ninguno se va a mudar de casa. Por eso posaron muy alegres en esas fotos. No tienen más remedio que llevarse bien. Este año será desafiante para los dos y no está mal que ambos recuerden que esa relación entre ambas naciones es crucial e inevitable.

Cuando terminó su reunión con Biden, un grupo de reporteros internacionales estábamos esperando al presidente López Obrador a las afueras de la Oficina Oval. Teníamos muchas preguntas para AMLO pero quizás el presidente sabía que no iba a ser el mismo formato amable que el de sus conferencias matutinas en México, las Mañaneras. Le pedimos que se acercara para conversar. Nos vio, nos saludó de lejitos y sin pensarlo mucho se metió en una camioneta negra. Lo vi pasar frente a nosotros, a unos dos metros, detrás de su vidrio polarizado. Seguía saludando con la mano.

Escrito en: Jorge Ramos Biden, AMLO, presidente, Estados

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