TDAH, un enemigo silencioso

El no poner atención en clase puede deberse a algo más que ser distraído o estar aburrido. Existen trastornos del neurodesarrollo que afectan la adquisición, retención o aplicación de habilidades o conocimientos, y que producen un impacto negativo en el rendimiento escolar.

Así es el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), el cual dificulta mantener el interés y el control de conductas impulsivas (actuar sin pensar en las consecuencias) o provoca la actividad excesiva (no dejar de hablar o de moverse).

La empresa farmacéutica MSD estima que esta condición afecta a entre 5 por ciento y 15 por ciento de los niños en el mundo y que es dos veces más frecuente en hombres que en mujeres. Muchas de sus características pueden ser evidentes antes de los cuatro años.

DESCIFRANDO EL TDAH

Hay tres tipos de TDAH que muestran al estudiante como inatento, hiperactivo impulsivo y un individuo que combina ambas. El primero es el más difícil de diagnosticar. El niño parece poner atención, pero su mente está en otro lado. Se le considera flojo por no terminar los trabajos o no poder responder lo que le preguntan.

"En el segundo tipo, el niño tiene mucho movimiento o no puede parar de hablar. Su impulsividad lo lleva a interrumpir, a no quedarse quieto en una fila, a no poder esperar su turno en el salón de clases", explica la especialista, quien cuenta con una maestría en problemas de aprendizaje, lenguaje y diagnóstico diferencial.

El TDAH combinado engloba la inatención, la hiperactividad y la impulsividad. Al igual que en el segundo, los pequeños no pueden mantenerse sentados ni poner atención por mucho tiempo, y les cuesta trabajo participar en clase o estudiar.

"Surgen lagunas de aprendizaje que los van rezagando. Empiezan a tener baja autoestima cuando no se les atiende, debido a las burlas de sus compañeros o llamadas de atención de sus maestros".