El siglo de durango
Con un balero -de madera mal labrada-
Desgajé las tardes de mi infancia
Mientras mamá regaba su jardín
Y los marranos comían moloncos
Y las gallinas graneaban migajas.
Con una cuerda ataba barril y palo,
Luego hacía girar el balero en el aire
Echando capiruchos
Dobles o triples.
Del balero emergía un son
Que recorría los rincones de la casa
Y se ampliaba como arroyo en días de tormenta.
Del barril al eje, al tallo el sonido
Mi infancia coriografiaba;
Desde entonces mis días tienen de fondo
El resonar del barrilito aquel:
Lo imprescindible si regresa es por su ritmo.
La esfera aún gira en el
Aire
Buscando del eje que la
Reimpulse;
El canto, certero, hace
Capirucho
Y zurce mi alma:
La evoca(n)ción atrapa.
El balero de mi infancia
Me pone a punto del festejo:
Los días giran y caen justo en el eje,
La vida se juega sus recuerdos.
EXTRANJERO
A veces las sombras me asustan
Porque les encuentro
Forma humana
O perfil de animal salvaje
O de fantasma al cecho...
Nadie más vaga en esta
Soledad
Ni hay fuego en la chimenea
Ni más música que mis temores;
A la mínima apariencia de vida
Me agito y el corazón se apresura.
Soy entonces
La sombra mayor de esa penumbra,
Fantasma y plaza de aparición.
(poemas incluidos en el volumen.
"El bálsamo y la herida. (Se re-crean)", 2024, recientemente presentado en Durango.