Mirador
El convento de San Virila está muy mal situado. Se encuentra en los dominios del rey Cleto, monarca de caprichosa voluntad, falsario, prepotente y ambicioso de poder.
Ese despótico soberano le ordenó a San Virila que hiciera algún milagro que lo divirtiera. El frailecito lo convirtió en ratón, cosa que no divirtió al rey ni a sus lacayos, pero sí a la gente.
Desde abajo le chilló el rey Cleto a San Virila:
-¡Devuélveme mi ser natural!
Contestó él:
-Me pediste un milagro, no dos.
¡Hasta mañana!...