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HABLEMOS DE... ¿CÓMO? ¿EXISTE UNA CULTURA PARA NIÑOS?

MARÍA DE LOURDES SOLÍS CARRERA

No sólo existe, sino que puede resultar determinante en el desarrollo del niño de hoy, el adulto del mañana. ¡Mi hija es demasiado tranquila, ya me está preocupando! ¡Mi hijo es un genio; no te imaginas cómo pintó a su papá! ¡No sé a dónde va a parar esta generación!

Éstas son algunas de las frases de alarma que se les suele escuchar a los padres ante el desarrollo de la conducta de sus hijos.

Por regla general, las preocupaciones de los progenitores suelen resultar excesivas.

Pero también es cierto que todas estas exclamaciones tienen en común algo positivo: revelan atención de sus padres al desarrollo e indican que están siguiendo de cerca la evolución de sus pequeños seres, no solamente en lo físico sino también en lo emocional, y debiera incluir lo espiritual.

Y la preocupación tiene sus razones de ser, porque el progreso que caracteriza a los últimos tiempos ya trae sus transformaciones profundas, no solamente en lo que respecta a la información y a la tecnología, sino de una manera muy importante en lo social, en lo sexual, y que no todos los padres han sabido interpretar, mucho menos manejar.

Criar a un niño en 1983, o en 1995, o qué me dice usted en 2003 a la fecha, es muy pero muy distinto de lo que fue en la década de los sesenta y setenta (época en que, aproximadamente, fueron criados los padres de hoy, asegurando que la gran mayoría de ellos son ya abuelos); tanto los estímulos como las respuestas son diferentes.

Una de las diferencias fundamentales que debe enfrentar el niño actual es que, por lo menos en una cantidad relativamente importante de hogares, la madre ha empezado a faltar durante varias horas del día.

La mujer trabajadora es un fenómeno cada vez más frecuente y, de acuerdo con las condiciones económicas vigentes en los tiempos modernos, esta tendencia seguirá en aumento.

Lo que significa que el niño se queda sin su principal elemento orientador en materia de cultura y relación emocional de su casa.

Por supuesto que hay reemplazantes. Abuelas, hermanos, maestros, etc.

Pero estas figuras que funcionan como madres sustitutas nunca podrán suplir totalmente a la presencia materna en materia de dedicación, preocupación, relación estrecha. En este hueco dejado por la madre (sin tocar los extremos), pero de cierto modo se introduce la tecnología, bajo la forma de la televisión, la computadora, el celular. Éstos informan, divierten, moralizan ¿ Usted qué cree? Y se transforman en una influencia importantísima en la cultura del niño, inclusive en su vida emocional.

Sobre todo impone un sistema de adquisición de conocimientos nuevos, y esto trae consigo la toma de decisiones, que es otra situación que a veces alarma también a sus padres.

Otros factores sociales y culturales también se han modificado: la vivienda tiende a ser más pequeña, las ciudades se transforman en lugares crecientemente peligrosos, tanto desde el punto de vista ecológico como social. Por lo que el entorno citadino se vuelve hostil para el niño.

Todos estos elementos contribuyen a crear un ser que difiere de manera notable de los niños que fueron hace ya varias décadas sus padres. Acrecentando más el abismo que suele existir entre ambas generaciones.

Aquí vale la pena destacar que el n1no se aleja de una fuente primaria de conocimiento, como era "el libro", y se va condicionando a los ritmos, las palabras, los esquemas que propone la tecnología.

Los mensajes deben ser ahora breves, concisos, de estructura muy simple. Sus contenidos suelen ser variados, el tiempo de atención se reduce y los impactos visuales aumentan.

Así el pensamiento se hace tal vez más rápido. Pero la

Por lo que es necesario considerar que la estimulación temprana de la lectura en los niños es una de las mejores herencias culturales que podemos dejar a nuestros hijos; hoy como nunca antes, los cambios en todo el mundo, las formas de ver las cosas, las tendencias políticas y económicas, así como la cantidad infinita de descubrimientos e inventos, hacen que la lectura sea un medio obligatorio y además un arte para poder entender nuestro entorno, y preparamos a futuro.

Es conveniente analizar muy de cerca todo aquello que conforma la cultura infantil de nuestra era, ya que se está constituyendo en un ingrediente capital de la relación entre padres e hijos.

Y que es capaz de estimular su curiosidad, o inhibirla, puede hacerlo un individuo social, participativo en la vida familiar, escolar y transformarlo en un acumulador de conocimientos, o en un razonador brillante.

Todo esto ocupa un lugar importante en la relación del adulto con el niño y resultar determinante en el contexto cultural del joven y en su desarrollo hacia una vida adulta plena.

Escrito en: padres, niño, relación, desarrollo

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