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El Monumento a la Bandera

Javier Guerrero Romero

Para Mayela del Carmen

El general Elpidio G. Velázquez fue un auténtico hombre de la Revolución, un militar forjado en la lucha revolucionaria y en los más puros valores cívicos de la patria; un hombre convencido de que para querer a la tierra se deben fomentar las fuerzas que dan identidad; reconocer, honrar y respetar los símbolos comunes que nos dan un sentido de pertenencia.

Con una larga trayectoria militar iniciada desde el estallido del movimiento armado de 1910, el general Velázquez comprendió desde siempre que la educación popular era, sin duda, el factor esencial para el desarrollo de la comunidad.

Su gestión se caracterizó, justo entre otras acciones relevantes, por el impulso que dio a la tarea educativa en todos los caminos. Así, lo mismo promovió la creación del Tecnológico de Durango que el desarrollo de las escuelas rurales, pero, sobre todo, dio un fuerte aliento al fomento cívico y cultural. Promulgó la Ley Conservadora y Protectora de Monumentos y Bellezas Naturales del Estado, aún en vigor, e impulsó la construcción de espacios cívicos en las escuelas y en las ciudades.

A los actos cívicos que acudía señalaba, incluso, que asistía con el doble honor de ser “gobernante y soldado de la Revolución”. De allí se entiende la iniciativa que animara para la construcción de un monumento al lábaro patrio, que, como él mismo destacara, “pretende estimular los sentimientos de veneración hacia el símbolo de nuestra nacionalidad”.

EL PROYECTO

En abril de 1942 se inició de manera formal la construcción del monumento. Previo al comienzo de las obras, se desarrolló el proyecto arquitectónico que realizó el Ing. Jesús Zubiría y Campa.

Originalmente se pensó como sitio de ubicación el punto donde entroncaría la carretera a Lerdo, que se encontraba en construcción con la salida a Fresnillo, en el lugar donde tiempo después se construiría la glorieta Francisco Villa, convertida ahora en flujo vial.

Finalmente, el Gobernador decidió que fuera erigido en la falda oriental del Cerro de Los Remedios, para que dominase la ciudad como símbolo del patriotismo de los duranguenses.

A fines de 1941, el mismo general Velázquez organizó un Comité Pro Monumento a la Bandera, encargado de colectar los fondos que espontánea y entusiastamente donaran empresas, comercios y la comunidad.

El Comité, se dispuso, cambiaría periódicamente de mesa directiva y administraría directamente los fondos recaudados para la ejecución del proyecto. Con ello se buscaba acallar algunas voces de la comunidad, que calificaban de superflua, innecesaria y costosa la obra de embellecimiento emprendida en la ciudad.

El primer Comité, integrado por prósperos comerciantes y empresarios de la ciudad, quedó formado por el señor Fidel Gutiérrez, como presidente; el señor Jesús H. Elizondo, como secretario; el ingeniero Julio Guerrero, como tesorero, y como vocales el doctor Carlos León de la Peña y el señor Jesús García, los que en una primera colecta lograron reunir once mil pesos, cantidad con la que se pudo dar inicio a la realización del proyecto.

El Gral. Velázquez designó al Ing. Zubiría y Campa como responsable técnico de la empresa y, junto con él, trabajó hasta definir las características que tendría la imponente obra cívica.

En febrero de 1942 se dio a conocer el plan definitivo y se elaboró una gran maqueta que fue exhibida durante la Exposición Agrícola Ganadera e Industrial de ese año, y luego fue llevada a una vitrina de la Compañía de Luz y Fuerza, ubicada en el popular edifico conocido como El Palomar, para incentivar a la comunidad a continuar con sus donativos.

SU CONSTRUCCIÓN

El lugar elegido para la realización de la construcción se encuentra a una altura media de 40 metros sobre el nivel de la Plaza de Armas.

Se eligió este lugar por dos razones fundamentales: una de carácter técnico, pues el sitio tenía un gran corte la roca del cerro, por lo que solamente requería ampliarse y nivelarse la explanada necesaria para realizar la obra; y la otra de carácter estético y cívico, puesto que este rebaje natural de la piedra permitiría alinear el monumento con la calle principal, la avenida 5 de Febrero.

La construcción se inició en abril de 1942; para fin de ese mismo año las obras llevaban un considerable avance. Se habían construido los muros de contención que daban forma a la explanada, se terminaron los trabajos de corte en el reliz del cerro y se habían concluido los trabajos de relleno con roca suelta, y se había nivelado perfectamente el piso y se llevaba una avance considerable en el trabajo de la balaustrada.

Para principios de 1943 estaba casi concluida la balaustrada con sus arbotantes y la rampa de la escalera estaba perfectamente trazada. La cimentación del torreón se había desplantado desde la roca firme del cerro.

Los trabajos de construcción del piso de la explanada y la escalera continuaron, y para fines de año se había levantado el torreón y se trabajaba ya en los aspectos más ornamentales del espacio.

En enero de 1944 el monumento estuvo prácticamente, terminado lo que permitió que puntualmente el 24 de febrero de ese año fuera inaugurado.

EL MONUMENTO

-La Explanada. Se trata de una glorieta en forma de semicírculo con un radio de unos 30 metros. En el centro destaca un severo torreón castellano, a la manera de un faro, con una altura de 32 metros.

La glorieta está apoyada sobre los cortes de la roca y el talud de cerro; circundada por una elegante balaustrada de cantera labrada al exterior, con un acabado de sillarejos aparentes que le dan una aspecto de tosco o rústico, mientras que por el interior su talla es lisa.

A lo largo de toda la balaustrada se construyó un asiento de cantera corrido, interrumpido por artísticos apoyos de cada una de las pilastras. Aproximadamente cada diez metros se levanta un artístico arbotante también de cantera, que debió llevar en su parte superior un artístico farol, los que lamentablemente ahora no existen.

-La escalera. La amplísima escalinata de acceso, de 17 metros de desarrollo, perfectamente alineada con la calle 5 de Febrero, tiene un pasamanos que es continuación de la propia balaustrada de la explanada superior. En la parte baja está rematada con un pilar de mayor dimensión que en la parte superior; tiene una esfera de cantera cincelada con el escudo de Durango.

-El torreón. Tiene en su interior una escalera de caracol que permite ascender con seguridad hasta la parte superior de la estructura. Con un diámetro interior de aproximadamente cuatro metros, se desplanta sobre tres amplios escalones que aumentan sensiblemente su base.

El torreón está dividido en tres secciones. Las dos primeras, de aproximadamente diez metros de altura cada una, se separan entre sí por un balcón circúndate con su respectiva balaustrada almenada. En la parte más alta se levanta la tercera sección, a la manera de una linternilla, desde donde se desplantaba el asta bandera.

-El alto relieve. Al fondo del monumento, en el talud escarpado del cerro que se rompió para dar cabida al majestuoso monumento, se levanta una pared de roca viva de unos 14 metros de altura. En este lugar el maestro cantero Santiago López esculpió en gruesas placas de cantera en un espacio de cerca de cincuenta metros cuadrados, una gran alegoría alusiva a la bandera nacional que, transportada en el aire, cubre el territorio del estado. Al pie de este monumental relieve, la placa conmemorativa da testimonio de la puesta en servicio de este espacio.

INAUGURACIÓN

Hace exactamente sesenta años, el 24 de febrero de 1944 se inauguró solemnemente el Monumento a la Bandera. El acto fue una auténtica fiesta cívica a la que se dieron cita todas las fuerzas vivas de la población, pero, sobre todo, los jóvenes estudiantes de las escuelas de la localidad.

Las fotografías de la época dan testimonio del impacto de este acto, en el que con fervor cívico y patriotismo acudió la población a la ceremonia solemne de izamiento, presidida por el gobernador Velázquez, autor de la iniciativa y principal promotor de su construcción, quien diría que este lugar: “Será el mejor exponente de los valores espirituales de este pueblo, nutrido en ideales de grandeza y libertad y fecundo con el ejemplo de los héroes y de los próceres que llenan las páginas de su historia...”

Luego señalaría que este lugar “se habrá de recordar a la posteridad, que en este jirón del territorio nacional, un pueblo vive y alienta con fe en los destinos de nuestra raza y con sus ojos puestos en el porvenir y en la grandeza de la Patria”.

CURIOSOS Y OBSERVADORES

Si observa con cuidado el alto relieve que se encuentra en el reliz de la parte posterior del monumento, podrá descubrir que el mapa del estado que se representa muestra una división territorial diferente a la actual, y aunque la mayor parte del estado la cubre la bandera nacional, se alcanzan a apreciar algunos municipios; los municipios de Huazamota y San Bartolo, que aquí aparecen, no existen en la actualidad. ¿Los podrá identificar?

De manera reciente se construyó un nuevo sistema para izar el lábaro patrio desde la parte baja del monumento. ¿Puede identificar los sistemas de anclaje?

Las grandes esferas de cantera en las que inicia la balaustrada de la escalinata fueron sustituidas recientemente por las actuales. Las esferas originales medían 75 centímetros de diámetro y tenían labrado el escudo nacional

El gran torreón castellano se construyó como un faro y cuando fue inaugurado funcionó como tal. Desde la parte superior tenía una gran bombilla eléctrica que se iluminaba todas las noches.

Los vanos o ventanas que permiten la iluminación del interior de la escalera tenían vidrios de color verde, blanco y rojo, y de igual forma se iluminaban cada noche con los colores patrios.

Lamentablemente, el acceso al torreón del monumento se encuentra cerrado de manera permanente, con la puerta sellada con puntos de soldadura, por lo que no es posible por el momento ascender a sus balcones.

CÓMO LLEGAR

El Monumento a la Bandera se encuentra en el Cerro de Los Remedios en la calle Camino del Amanecer sin número.

Se puede llegar a él con facilidad: tome la avenida 5 de Febrero al costado sur de la Plaza de Armas; siga hasta donde concluye ésta y continúe por avenida Universidad, ahí empezará a subir una de las laderas del cerro. En la segunda cuadra cruzará con la calle Juan E. García; tome ésta hacia la derecha y lo conducirá directamente al Monumento.

RECOMENDACIONES

Si desea visitarlo

El Monumento a la Bandera es un lugar que se debe conocer.

-Evite ascender al monumento en horas de la noche, aunque la zona es segura, eluda exponerse innecesariamente a un riesgo de asalto o robo.

-Aunque en la ciudad de Durango cada vez existen menos picaduras de alacrán, este arácnido sigue siendo peligroso. El Cerro de los Remedios tiene fama, bien ganada, de ser uno de los espacios urbanos, dentro de la capital, donde hay gran cantidad de ellos.

-No se exponga innecesariamente. Prescinda de levantar piedras. Si utiliza la banca perimetral de la explanada, observe claramente alrededor que no se encuentre ningún animal de éstos.

-En el remoto caso de que llegara a sufrir una picadura de alacrán, trasládese de inmediato al Hospital General, o solicite los servicios de emergencia.

FUENTE: Investigación de Javier Guerrero Romero.

Escrito en: construcción, balaustrada, torreón, gran

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