La incultura y el desempleo derivan en el fomento y arraigo de las actividades del tráfico de enervantes, así como en el alto consumo de bebidas embriagantes en el municipio de Otáez. Así se difundió la noticia en El Siglo de Durango en un día como hoy, pero de 1994.
La información la dio a conocer el entonces diputado local Guillermo Muñoz Martínez, de acuerdo con las quejas de los habitantes de ese municipio enclavado en la Sierra Madre Occidental, donde, dada la marginación, vivían en un clima de terror e impunidad.
En aquel entonces la gente se quejaba con el legislador sobre la hegemonía autoritaria y prepotencia del titular de Seguridad Pública, Laurentino Estrada Rivas, quien era el principal distribuidor de bebidas embriagantes y mostraba mucha influencia por ser el hermano del Presidente Municipal.
Hace 14 años familiares del Alcalde constituían el cuerpo de Seguridad Pública, los cuales se embriagaban a diario y amedrentaban a la población, incluyendo al Síndico y Primer Regidor del Cabildo.
Por otro lado, el agente del Ministerio Público, Héctor Nevárez Favela, con dos años en el cargo, mostraba una pobre acción en la justicia, pues las averiguaciones no se concretaban en el Juzgado de Primera Instancia, pues las órdenes de aprehensión no se ejecutaban por la falta de elementos de la Policía Ministerial. Había tres agentes para todo el municipio; desde entonces se mostraba la vulnerabilidad de las autoridades en número y equipo frente a la delincuencia.
Hoy Otáez sigue en la marginación, carente de vías de comunicación y por la misma lejanía con la capital del estado se desbordan las actividades ilícitas. No ha cambiado mucho. El desempleo sigue siendo una de las demandas más sentidas.