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Jared, festejo solitario

Borgetti, delantero del Santos Laguna. (Archivo)

Torreón, Coahuila (Especial).- Hasta Aixa lo ubica como un loco cada vez que él tambalea la red. Dos años y medio y al papá, Jared Borgetti, sabe qué pedirle en el adiós cotidiano.

¿Ya te vas al futbol? le pregunta. Y de inmediato, el deseo de niña: “Anotas un gol para mí, no se te olvide... Y otro para mamá”.

La pequeña Aixa no quiere ser doctora ni artista. De grande, ha pensado ser goleadora, lo repite con sus letras arrevesadas.

Para Jared todo es parte de un retozo al que a veces le gustaría añadir más comprensión: “Ojalá mi hija tuviera diez ó 12 años y pudiera disfrutarme en plenitud, haciendo lo que me apasiona. Va a pasar el tiempo y tendré que decirle: éste era yo, el de la fotografía”.

La chiquilla nada sabe de aquel día en que Borgetti cambió el rumbo de su vida futbolística. Recién había llegado al Atlas, pero la apatía lo tenía casi en el olvido, como suplente del cuadro de reservas. Efraín Flores, auxiliar de Marcelo Bielsa en el primer equipo, paró en seco al adormilado muchacho: ¿Qué pasa, dónde está el jugador que vi en las pruebas? Ocupas el lugar de otro que quizás no sería tan pasivo, si no quieres subir, mejor regrésate a casa.

Reproche surte efecto

Fue un reproche que, en palabras propias de Jared, le picó el orgullo. Y pintó su raya: desde entonces hasta sus 201 segundos de frenesí. Cuando marcó las dos centenas no hubo dedicatorias ajenas. “Ese gol fue para mí, con un brindis solitario”.

La hoja marchita del reportero en la que se enlista a los seis máximos goleadores, lo traslada al futuro... “No hablaré de un número, sí de la meta: estar dentro de los tres primeros lugares y sé que mi rival, el único, se llama José Saturnino Cardozo. No sé cómo, pero lo voy a pasar”.

Se le ha evaporado la vida entre telarañas sacudidas por un balón. “Cuando menos piensas ya tienes 50, luego 100 y terminas por volverte dependiente de aumentar, si no lo haces te debilitas”.

¿Es como una enfermedad?

Con una sola medicina: el gol.

Te lo tomas y ¿qué sientes?

Tranquilidad, confianza, autoestima, un futuro sólido. Podrías haber tenido una mala tarde, pero si al final te toca anotar uno, el mundo ya es rosa. El gol te coloca al principio de la fila, en las portadas y en las pantallas.

Por eso en las prácticas y en las cascaritas, cuando el futbol es de azúcar, todos quieren ser goleadores. A veces Jared se siente solo en esa carrera alegre: es el único mexicano en activo que ha derrotado las lesiones y que ha encontrado su espacio en un planeta conquistado por extranjeros. Muy atrás viene Cuauhtémoc, sí “Témoc” Blanco.

Desde arriba, él ve simples prospectos: por ahí Antonio de Nigris, Rafael Márquez, Omar Bravo... “Por un lado está la exigencia de tener jugadores cuajados en posiciones claves y por el otro el conformismo. Ya no es tan divertido como cuando jugabas con tus amigos en la calle. Habrá jugadores con una gran técnica que jamás podrán ser goleadores y no te explicas por qué”.

¿Un líder?

No lo creo: hay muchos que meten la pelotita y su peso específico en las decisiones del grupo es nulo. El liderazgo te lo da el carácter y la inteligencia.

Así las cosas... Jared fue capaz de mover a un país con sus alaridos mundialistas en Corea-Japón, en especial el que explotó contra Italia. Bufón cayó vencido y Jared recordó a Aixa, quien todavía no pedía goles para ella y mamá.

Escrito en: Jared, otro, veces, vida

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