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La capacidad de enfrentar y solucionar problemas

Palabras de poder

JACINTO FAYA VIESCA

HHay quienes abrigan la ilusión mágica de que sus vidas están exentas de problemas y, que en todo caso, consideran a los problemas como oportunidades.

La anterior visión no es que peque de un optimismo exagerado, sino que dicha visión va en contra de la realidad. Se trata de una ilusión como un escape para no aceptar la dura realidad. Y es que como seres humanos, es imposible que nuestra existencia sea inmune a todo tipo de problemas.

"Solo la verdad os hará libres", dice la Biblia, y la verdad es la realidad de las cosas. Enfrentarnos a los problemas y solucionarlos cuando sea posible (hay problemas que no tienen solución), implica todo un proceso emocional, físico y mental, penoso, difícil y lleno de contrariedades.

Los problemas son de distinta naturaleza, y sus grados de sufrimiento emocional son muy diferentes. No es igual quien padece de una relación amorosa que va en picada, al problema cuando un hijo es adicto a los estupefacientes. Padecer de una grave enfermedad de cáncer es diferente a enfrentarse a una personal bancarrota económica.

Y no solo los problemas son diferentes en naturaleza y grado de afectación, sino que también es distinta la sensibilidad y capacidad de una persona a otras, ante una dificultad determinada.

No hay recetas de cocina para afrontar las dificultades, ni existen modelos aplicables a todos los casos. Falsas corrientes del pensamiento, ajenas a toda sabiduría de la vida, pretenden hacernos creer en soluciones rápidas y sin dolor.

¡Nada de eso es verdad! Por ejemplo, ante la muerte de un ser querido, de nada sirven las palabras de consuelo, ni los esfuerzos de una pronta resignación religiosa. La pérdida de un ser muy querido impacta a todas nuestras emociones y puede poner en peligro el equilibrio de nuestro espíritu.

En este caso, el camino más sano es pasar por un período de "luto", de mucho sufrimiento, período más o menos largo. Si nos brincamos el período de "luto", más tarde sufriremos lo que no quisimos sufrir a tiempo, más sufrimientos intensos adicionales por habernos brincado el "luto".

En todo proceso de enfrentar y solucionar problemas, según la índole y complejidad de los mismos, se generan en nosotros una serie de sentimientos, que no necesariamente son los mismos para todas las personas, no obstante, la semejanza o similitud que pueda haber en el tipo de problema.

A una serie de personas se le muere un ser muy querido. La reacciones emocionales serán muy distintas: algunos reaccionarán con una sorpresa devastadora; otros, se anegarán de tristeza; habrá quienes a la vez experimenten una intensa tristeza y un fuerte coraje, mucho coraje contra la persona fallecida; hay quienes serán sacudidos con un intenso dolor de soledad y de incertidumbre hacia el futuro.

En el caso de que a un ser muy querido se le diagnostique una enfermedad muy grave, como un cáncer altamente peligroso, las reacciones serán también diferentes: la persona vinculada al enfermo podrá experimentar un poderoso sentimiento de culpabilidad; habrá quienes se llenen de miedo o pánico; otros, se sentirán como si el enfermo ya hubiera fallecido, anegándose en una indescriptible tristeza.

Una persona con un alto grado de narcisismo o de soberbia, quedará devastado cuando el médico le diagnostique una enfermedad grave. El narcisista y el soberbio, lo son, porque han venido alimentando durante su vida sentimientos de grandiosidad y de invulnerabilidad. El soberbio se preguntará lleno de frustración y de miedo: ¿y por qué a mí? Su pregunta va aparejada a su sentimiento de invulnerabilidad. El soberbio empezará a encontrar la luz cuando se conteste: ¿y porqué a mi no?, ¿y quién soy yo para que la vida no me dañe?

Y lo mismo sucede cuando un padre de familia se enfrenta a difíciles problemas con su pareja, o bien, con un hijo enfermo, alcohólico, o adicto a las drogas. Sus reacciones serán diferentes a otros padres de familia con semejantes problemas. No hay un orden ni una determinada intensidad en los sentimientos. Puede aparecer al principio un intenso miedo, o un sentimiento de profunda soledad; o puede que al principio la tristeza ocupe a todo el corazón.

Critilo opina, que lo que si sigue una pauta muy similar en todos estos problemas, es una serie de sufrimientos emocionales que van, desde lo más profundo e intenso, hasta una devastación incomprensible.

Lo más dañino en todos estos procesos de enfrentar y de solucionar parcial o totalmente (si ello es posible) los problemas, es disfrazar el intenso sufrimiento emocional.

¡No hay sustitutos para el dolor emocional! Cualquier sustituto acarreará con el tiempo conflictos emocionales tan intensos y duraderos, que será muy difícil el llegar a solucionarlos. ¡Hacer el luto durante todo el tiempo necesario, será la mejor medicina! ¡No se trata de gozar con el dolor ni de forzarnos a sufrir de más! ¡Pero sí, no escupir el sufrimiento normal! Tragarlo por entero y en su tiempo, es lo mejor. ¡Aceptemos el consejo del escritor ruso, Dostoievski: "Aceptar el sufrimiento y con él redimirnos: he ahí lo que hay que hacer!

Escrito en: problemas, serán, sufrimiento, persona

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