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A pesar de

FEDERICO REYES HEROLES

 E Ntramos a la segunda década del siglo XXI. El reacomodo en el mundo está lleno de sorpresas. A principios siglo XX había poco más de sesenta estados-nación. Los grandes imperios dominaban a través de sus colonias. El siglo XXI inicia con casi 200 países. El ánimo de independencia formal, la infinita búsqueda de identidades propias -raciales, étnicas, lingüísticas, religiosas, lo que sea- ha multiplicado el número de países. La división y subdivisión marcaron al siglo XX. Mucho más países, con territorios mucho más pequeños y con poblaciones menos relevantes. Esa es una tendencia. ¿Cómo será el siglo que inicia? Las preguntas se agolpan.

Por si fuera poco hay nuevos actores de gran poder que no son países: las corporaciones. Hay así dos fuerzas encontradas, la centrífuga que multiplica y empequeñece países, y la centrípeta, que aglutina a las corporaciones. Muchos países pequeños, -¿dividiéndose?- junto a monstruosas corporaciones que se fusionan. Así Wal*Mart o Exxon o General Motors son ya centros de decisión económica mucho más importantes que países tan extensos como Argentina o con gran población como Indonesia. El poder se reformula.

Pero las coordenadas tradicionales de extensión territorial y población como condicionantes de poder no desaparecen. China, India, Rusia y Brasil, las economías de moda, son en parte resultado de ellas. Todo indica que en el futuro los países pequeños, por más ricos que sean, pertenecerán a una liga distinta. Es el caso de los escandinavos y de varios de la Unión Europea. Serán sinónimo de prosperidad pero su peso relativo en el orbe tiende a disminuir. En varios de ellos las poblaciones decrecen. La propia Unión Europea es producto en parte de la intención de conquistar una dimensión diferente. La canciller Merkel lo acaba de recordar, se apoyará al Euro sin límite, no todo es la economía, hay un proyecto político. Para el 2050 Europa sólo representará alrededor el 8% de la población mundial.

En el polo opuesto está otro fenómeno, el de los países con poblaciones enormes como Indonesia, Pakistán, Nigeria, Bangla Desh o la República del Congo que sin embargo, debido a su fragilidad económica, por no decir pobreza, difícilmente tendrán gran peso en el mundo. En el 2010, de acuerdo a las llamadas "cuotas de poder" del FMI, Turquía (75 millones) es la veinteava economía y representa menos del 1% del PIB mundial. Suiza (7.3 millones) está en el lugar 19 con 1.21%. Varias economías emergentes -a pesar de su bajo ingreso per capita, pero debido a la amplitud de su población- han desplazado a las economías ricas de países pequeños. India es el caso más evidente. La combinación entre población e ingreso nos dará más sorpresas.

México está llamado a ser un país relevante. La afirmación puede sonar banal o producto de la retórica patriotera. Pero no es el caso. De seguir las actuales tendencias para el 2050 México será la onceava nación más poblada. Ello a pesar de que nuestro crecimiento demográfico está ya en niveles de un país desarrollado. Sin embargo, en ese remoto año, por encima de México estarían siete naciones con más población pero cuyo ingreso per capita es hoy muy inferior al nuestro. Inferior es la décima parte o menos. En el 2050 con 135, millones y a pesar de un crecimiento económico tan mediocre como el que hemos tenido en las últimas dos décadas, México deberá ser una de las primeras voces del mundo. Incluso con este ritmo mediocre, México duplicaría su PIB per capita en 34 años, en al 2044 alcanzaríamos un nivel económico similar al de España hoy, pero con tres y media veces más población. México tendría 50 millones de habitantes más que Alemania y más del doble de la población de Gran Bretaña.

Pero nada más lejano a mi intención que inyectar cierto conformismo, por el contrario, lo desesperante es que México llegará allí a pesar del lastre político. Por población, por ubicación geográfica, por la baja tasa de crecimiento demográfico, por la creciente urbanización, por el nivel de desarrollo humano y por muchas consideraciones más, México se convertirá en un país desarrollado. Pero llegaremos tarde y mal. Llegaremos tarde porque ese mismo nivel de desarrollo lo podríamos alcanzar en alrededor de doce años, eso si el país creciera al doble y lo puede hacer. Llegaremos mal porque con los actuales ritmos de incremento en el nivel general de escolaridad y con la bajísima calidad educativa que predomina, México no será una sociedad que viva del conocimiento. Además, con la actual estructura fiscal la inequidad no disminuirá. Habrá menos pobreza, pero la injusticia seguirá entre nosotros.

En el combate a la pobreza hay un imperativo ético que nuestros gobernantes parecen haber olvidado: acabar con la pobreza LO ANTES POSIBLE. Hay responsables de la dolorosa tardanza. La pobreza ya no les duele. México será un país relevante, pero nuestros gobernantes de hoy no tendrán motivo de orgullo, no será por ellos sino a pesar de ellos.

Escrito en: México, pesar, población, será

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